Hoy rezaba con los alumnos del cole en el oratorio y comprobaba su sorpresa al utilizar
para hacer oración. Tenemos tan “idealizada” la oración y nuestra fe que, sin darnos cuenta, caemos en una especie de espiritismo desencarnado que poco tiene que ver con el seguimiento de Jesús.Nuestra fe está basada en la RELACIÓN. Diré más, está basada en una RELACIÓN DE AMOR. Por eso es privilegiado el lenguaje del amor humano para expresar sentimientos, actitudes y emociones presentes en nuestra vida de fe. No hace falta recordar al novio y a la novia del Cantar de los Cantares para expresar bíblicamente esto que estoy diciendo.
Una relación de amor no es sólo espiritual, lo sabemos bien quienes tenemos o hemos tenido una relación de pareja. Todo el ser se ve comprometido: el cuerpo y el espíritu. No hay separación posible aunque utilicemos dos palabras para expresar distintas potencialidades de un todo. Por eso es tan fácil hablar de entrañas, de corazón, de escucha, de caricia de Dios, de soplo del Espíritu, de gusto por hacer la voluntad del Padre, de devolver la vista, de echar a andar, de heridas… Mucho tiene que ver nuestra experiencia creyente con nuestra carne y con nuestros sentidos.
Hay una frase en la canción de Dani Martín que resume muy bien algo que los chicos han captado rápidamente: “que me agarres con más fuerza el corazón”. Eso es pedirle al Señor más fe, pedirle más amor, pedirle que nos ayude a entregarnos más a Él, pedirle que nuestro corazón sea, sobre todo, ocupado por su presencia. Posiblemente no hay petición mejor. No hay deseo mayor para el creyente que tener un corazón cada día más “agarrado” por Dios. En eso se resume nuestro ser cristiano: dejarnos tomar aquello que mueve toda nuestra existencia.
Creo que los jóvenes son receptivos a este lenguaje del amor. Ellos saben de qué se les habla cuando se habla de amor, de relaciones, de heridas, de cadenas, de abrazos, de emociones… Es su lenguaje. El momento en el que vivimos es ciertamente una oportunidad para volver a darle carne a esta relación y volver a usar conceptos denigrados durante muchos años pero tremendamente cercanos a nuestra experiencia más cotidiana. No dejemos pasar este tren. Pongamos toda la “carne” en el asador, ahora más que nunca.
Un abrazo fraterno
@scasanovam