Me considero una persona de su tiempo. Procuro estar al día. Valoro enormemente la sana creatividad y creo que la necesitamos más que nunca. A la vez tengo la sensación de que corremos el peligro de que nos metan un gol como no estemos atentos. Creo que “lo nuevo” puede llegar a ser una dictadura opresora y sofocante. Insisto, no tiene por qué serlo pero puede serlo.
Crear es siempre una tentación. Uno se siente poderoso cuando crea. Saberse creador es acercarse a ese árbol del que nos dijeron que no comiéramos su fruto. Tal vez esté proyectando en todos mi propia debilidad… puede ser. Yo la siento como tal, a mí me pasa. Cuando comienzo a hacerme cargo de algo, cuando me dan una nueva responsabilidad, cuando me piden que colabore en algún sitio, cuando escribo… siento cómo se me tienta con crear, crear, crear, innovar, innovar, innovar… en el fondo, para ser más, para sentirme mejor, para saberme mejor. Y sin embargo Dios así lo quiso.
Vivimos tiempos de cambio en el mundo. Tiempos de incertidumbre donde todo se relativiza y se pone en cuestión y donde a lo “viejo”, a lo “antiguo”, a “lo de siempre”, se le tilda de conservador, en el sentido más peyorativo de la palabra, y se le invita a desaparecer, a jubilarse, a claudicar, a no molestar. Llegan nuevos partidos políticos, nuevos líderes, nuevos creadores de opinión, nuevos “influencers”, que son tentados desde el primer minuto a crear algo nuevo. ¿Es esto malo? No, en la medida en que abra las ventanas, deje correr aire fresco, limpie rincones, renueve ilusiones, refresque lenguajes y sea útil para las personas a las que va dirigido. Sí lo es en la medida en que “crear” sea el camino más corto al endiosamiento, al poder, a la satisfacción personal y no al bien general.
Es obligado discernir, sin duda. Las tentaciones son en sí mismas sutiles y suelen ir dirigidas al punto más expuesto, más débil, del objetivo. Las tentaciones vienen a crear confusión, a enturbiar, a ensombrecer. No es fácil distinguir dónde está el camino el correcto. Por eso debemos ser lentos en el juicio, misericordiosos y, a la vez, disciplinados en esta oportunidad de afinar dónde se encuentra la Verdad.
Lo viejo, lo de siempre, lo antiguo, no debe ser renovado si tiene sentido, si es fiel, si da fruto. Y deberá ser revisado y recreado si hace falta. Y eliminado si no hay sentido, ni fidelidad ni frutos. Lo nuevo no debe ser visto como bueno sólo por su novedad. Nuevas políticas, nuevas ideas, nuevas creencias, nuevos estilos, nuevas amistades, nuevos trabajos, nuevos responsables, nuevas historias, nuevas ideologías, nuevos estudios, nuevo disco, nueva película, nuevo Smartphone, nueva pareja, nuevas aspiraciones, nuevos sueños, nuevas necesidades, nuevas tecnologías. No es en el adjetivo donde radica su valor sino en la profundidad y sustento del sustantivo.
Suerte que la Verdad de Cristo es tan antigua como el alfa y tan nueva como el omega, principio y fin.
Un abrazo fraterno. @scasanovam