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El problema del mal, siempre ahí, siempre presente, siempre misterio, siempre sin respuestas. Hoy comprobé que es una de las preguntas que les surge a los niños cuando estudian y trabajan la Creación y que, años después, con otros matices, los adultos seguimos guardando en el saco de las cuestiones a resolver.
Claro está que la libertad del hombre es prueba del amor de Dios y que, en el uso de nuestra libertad, nosotros elegimos cada día hacer un mundo más habitable y más fraterno o todo lo contrario. Pero más allá de nuestra libertad está todo lo que no podemos controlar, una corriente de pecado y de mal de la que no parece que podamos salir tan fácilmente, ni con toda nuestra libertad. En el fondo… no parece que seamos tan libres… Es ese hacer mal aun queriendo hacer el bien, que dice S. Pablo… Es ese sufrir mal aun haciendo el bien…
El mal es un misterio. Su presencia original que arrastra al hombre no tiene causa en una serpiente, ni en un ángel caído, y sólo podemos asomarnos a lo que no tiene explicación sobre Dios y su plan creador. ¿De dónde sale esa “serpiente”? ¿Es obra de Dios? ¿Un ángel caído que se rebela? ¿Y de dónde le vienen las ganas de rebelarse? ¿Es que Dios se dejó un cabo suelto? ¿Es que puso deliberadamente el mal en el mundo? ¿Esto no puede revertirse de alguna manera? ¿Por qué tras la Resurrección de Cristo seguimos en este torbellino que nos empuja al agujero? ¿No sirvió para nada la Cruz? Preguntas, preguntas, preguntas… compartidas entre niños y mayores, entre hombres y mujeres de cualquier raza y condición.
No parece que tengamos a nuestro alcance acabar con esto. Ni siquiera creo que podamos salir solos de la corriente que nos lleva sin darnos cuenta y contra la cual sólo podemos decidir no zambullirnos directamente en el lodo. Sólo Dios y su mano salvadora pueden librarnos de esta tendencia, sólo nacidos de agua y bautismo podemos ser salvados, sólo asumiendo en lo profundo de nuestro ser el amor infinito del don recibido, podremos ser capaces de plantar cara sin desfallecer.
¿Por qué existe el mal en el mundo? No tengo respuesta. Pero sí puedo intentar vivir con eso siendo lo más fiel al Señor y dejándome rescatar por Él. Que la falta de respuestas no entorpezca nuestro camino. O más bien, que Él sea la respuesta aún en su silencio de Dios, inabarcable e inmanejable.
Un abrazo fraterno – @scasanovam