Es sorprendente comprobar como cada vez que Roma abre la boca para dar guía y luz sobre algún aspecto de la vida de sus fieles, se levanta una polvareda de tres pares de narices. Desconozco cuál ha sido la reacción en otros países al respecto del documento “Ad resurgendum cum Christo”, publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero en España ha sido de lo más comentado en tertulias, diarios y demás medios en los últimos días. La Iglesia consiguió ser trending topic en twitter por unas horas por sacar un documento que habla fundamentalmente de la dignidad de los difuntos y de la Resurrección. Curioso pero cierto.
Se confirma que la palabra de la Iglesia interesa y que, hasta en un asunto tan particular como este, la gente se vuelca con las disposiciones eclesiales. ¡Pues que bien oiga! Qué bien leer a políticos, a periodistas, a ateos, a carniceros, taxistas, maestros, cerrajeros y feligreses hablando de la Iglesia y de su doctrina. Uno, que a veces se piensa que la Iglesia no interesa a nadie, descubre cómo se vuelcan en conseguir que la Iglesia esté en boca de todos. A mí me parece una oportunidad y no me disgusta que algunos publiquen titulares algo tendenciosos y que otros emitan opiniones ligeras y superficiales… ¡Al revés! ¡Encantado de dar razones, de explicar y de contar lo bonito del mensaje de la Iglesia sobre la muerte y la resurrección!
Es precioso leer el documento y comprobar la fundamentación de las directrices que se marcan en los últimos párrafos. Sin el comienzo del documento, los últimos párrafos se quedan fuera de contexto. Es precioso comprobar el cuidado que la Iglesia dispone para este último momento de la vida, el cuidado con el que recomienda tratar el cuerpo del difunto, el cuidado a la hora de presentar la muerte también como momento de encuentro y de comunión con los que nos quedamos vivos… ¡Y todo unido a la buena noticia de la Resurrección, centro de la fe católica!
Vamos a lo de siempre. En esta sociedad tan ligera y fugaz, la pregunta final sobre todas las cosas es “¿por qué?”. ¿Por qué quiere usted tener las cenizas de su familiar en su casa? ¿Por qué quiere esparcirlas por el campo del pueblo que le vio nacer? ¿Por qué? Estoy seguro de que las fundamentaciones son… escasas, blandengues, afectivoides y sensibleras, románticas y bonachonas y poco más. Gran oportunidad para dar una fundamentación extensa, robusta, llena de amor, hermosa y convincente. ¿Qué no es usted católico? Pues oiga, haga usted lo que le dé la gana, pero no llame a un cura para rezar un padrenuestro en el entierro por si acaso; y, si lo hace, al menos, escuche lo que le pueda decir.
Ya, ni morirse tranquilo se puede… Cualquier día nos entierra un concejal cualquiera…
Un abrazo fraterno – @scasanovam