Todos somos tentados. Creyentes y no creyentes. Hombres y mujeres. Niños y adultos. Todos. De toda raza, condición, tendencia sexual, religión… La tentación es una experiencia espiritual, profunda, interna, de todo ser humano. Es como una invitación a abandonar la mejor versión de umo mismo por conseguir algo que, evidentemente, tiene apariencia de bueno, exitoso, placentero, necesario… pero que, en realidad, nos hace peores o nos aleja de nuestra felicidad auténtica.
Jesús también experimentó la tentación. Y no sólo en el desierto. La tentación de Jesús recorre toda su vida pública. Circunscribirla al desierto es entender poco. El desierto no se refiere tanto a un lugar físico sino a un lugar existencial, espiritual, profundo. Jesús fue tentado. El texto bíblico dice que “fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado”. Curioso. Porque a veces pensamos que ser tentados es fruto de nuestra “imperfección” espiritual, del mal que nos habita. Parece como si los que somos tentados fuéramos peores que los que no lo son. Yo creo que todos lo somos, aunque no todos tenemos la conciencia de serlo…
Ver venir la tentación es algo fundamental para poder hacerle frente. Porque si no la ves venir… si no conoces sus maneras, sus vestidos, sus formas, sus estrategias, sus tiempos… lo más probable es que caigas de pura ingenuidad. Y la ingenuidad no exime de la responsabilidad. Hay que despertar y estar al tanto de lo que nos va a venir.
- La tentación siempre se viste de “buena”. Evidentemente, si el mal viniera con cuernos y oliendo a azufre, enseguida desplegaríamos nuestras defensas, plantaríamos cara y, seguramente, venceríamos. El problema es que no suele ser así. Siempre somos tentados con sutileza, allí donde más se nos puede enredar, tocando los deseos más profundos, aprovechando las heridas sin curar, ofreciéndose para calmar alguna de nuestras necesidades…
- La tentación siempre elige el tiempo propicio. Cuando llega la soledad, el silencio, el abatimiento, el hambre y la sed, cuando estamos más débiles y nuestras defensas están minadas… ¡Ahí despliega sus encantos!
- La tentación siempre nos lleva a desconfiar de Dios o de los que tenemos al lado, a poner a prueba el amor o a idolatrar a “algún Dios” que nos aleja de lo mejor de nosotros mismos.
No es fácil vencer la tentación. Hay que prepararse para ello y también hay que haber tenido la experiencia de ser tentado. Imprescindible es, pues, la autoconciencia, la madurez interior que nos permite reconocer su acción. Aun así, la tentación no debe hacernos huir corriendo. Al contrario, hay tentaciones que debemos enfrentar, que debemos mirar cara a cara y que debemos vencer. Sólo así desaparecerán, sólo así creceremos, sólo así venceremos.
Un abrazo fraterno – @scasanovam