Ella se ocupó de los grandes olvidados en el drama de la violencia machista, los niños. Y a su muerte una fundación continúa su batalla, haciendo visible las necesidades de todos esos menores que cada año quedan huérfanos de madre, en un contexto tan complejo.
Hasta que Soledad se ocupó de ellos, ni siquiera se sabía cuantos eran y con el tiempo sus historias se iban diluyendo. En la actualidad las becas que llevan su nombre ayudan a estos niños que tienen que rehacer su vida, en ocasiones con la familia del padre.
Soledad Cazorla Prieto fue la primera mujer fiscal de la Sala contra la Violencia sobre la Mujer y fue la responsable de constituir y dirigir la red de fiscales especialistas en violencia contra la mujer, en nuestro país.
Al morir ella su familia continuó su labor a través de un fondo de becas destinada al desarrollo personal y el apoyo educativo de los niños, niñas y jóvenes que han vivido la tremenda experiencia de perder a su madre de un modo tan violento.
En nuestro país cifras oficiales sobre los hijos de las víctimas de la violencia doméstica desde el año 2013. Desde esta fecha hablamos del 166 menores y la mayoría de ellos vivían con la madre.
Hace unos días cayó en mis manos el último informe de la Fundación Mujeres, que se ocupa de gestionar estas ayudas. Una documentación que corre el riesgo de pasar desapercibida en medio de tanto rifirrafe político. Un par de periodistas madres de familia nos lamentábamos entonces del doble drama que supone el olvido o del triple drama cuando los medios descartan este tipo de informaciones.
Por eso yo hoy quiero terminar la semana contribuyendo con este modesto post a que la labor y el legado de Soledad Cazorla Prieto se conozca. @amparolatre