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4 útiles consejos para cónyuges que trabajan juntos

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Zyta Rudzka - publicado el 04/05/17

¿Diriges un negocio con tu marido? No dejes que vuestro amor pague los costes de la empresa

Iwona y Jurek tienen dos hijas, un gato, un perro y, durante varios años ya, una empresa de catering.

“Antes ambos trabajábamos para grandes empresas, pero cuando empezamos nuestro propio negocio juntos, de inmediato percibí las ventajas de trabajar con Jurek: mi marido no compite conmigo ni yo con él, no tenía que dar explicaciones si algún día me sentía cansada o si trabajaba menos después de una noche de dormir mal por estar al cuidado de una hija enferma. Ambos entendemos la importancia del tiempo de ocio y nos vamos de retiro familiar al menos dos veces al año. En muchos aspectos nuestro equilibrio con la vida laboral es más sencillo que nunca”, explica Iwona.

“Sin embargo, en algún momento del camino, encontramos problemas con nuestra hija mayor, que está en segundo curso. De repente empezó a comportarse como una niña de preescolar: gimoteaba, se me abrazaba, dejó de prepararse sus propios sándwiches para la escuela e incluso empezó a hablar como un bebé. Cuando volvió a coger el biberón en vez de su taza favorita, nos dimos cuenta de que teníamos que consultar a un psicólogo”, relata Iwona.

Después de unas cuantas sesiones, empezaron a ver la raíz del problema. “Resultó que mi marido y yo actuábamos en casa más como compañeros de negocios que como pareja. No nos dimos cuenta de que la cena se había convertido en el momento en que discutíamos temas de trabajo cuando revisábamos la jornada laboral. Y por la mañana planeábamos esa jornada en la mesa de desayuno”.

Por suerte, la historia de Iwona y Jurek encontró rápidamente un final feliz. Empezaron a separar deliberadamente la vida familiar de la laboral. Se dieron cuenta de que el entusiasmo empresarial era fantástico, pero que necesitaba límites.

Sin embargo, en muchos negocios familiares, los cónyuges no se dan cuenta de que algo va mal hasta que es demasiado tarde. Del mismo modo que puede afectar a los hijos, la relación conyugal en sí también puede resentirse en secreto. Los momentos cariñosos y de relajación se convierten poco a poco en charla de trabajo. Tu marido pasa a ser primero compañero de trabajo y después amante, en ese orden, para bien o para mal.

El cansancio puededesgastar la atracción física o la cercanía emocional. Y de alguna forma, ambos olvidáis que el capital inicial para vuestra empresa se basa en algo más que el dinero, se basa en los valores y el amor familiares. Y esos precisamente son los cimientos que no podéis permitir que se erosionen.

En el hogar de Iwona y Jurek, la mesa del comedor era igual que una mesa de despacho, así que muchas de las conversaciones laborales sobre plazos y contratistas se desarrollaban durante las comidas familiares. Su hija estaba reaccionando directamente a este comportamiento de oficina: veía a dos trabajadores en la mesa, no a sus padres, así que su comportamiento era una llamada de auxilio: “¡Miradme, habladme, cuidadme!”.

Con mucha frecuencia, las señales de que los niños o el matrimonio sufren no son tan evidentes como para que algo concreto vaya claramente mal. Sobre todo si el negocio está floreciendo y trae una cierta alegría y satisfacción a vuestras vidas. Entonces, las señales aparecen más tarde, a menudo demasiado tarde.

Cómo reconciliar sentimientos y finanzas

Estos problemas pueden ser graves, pero también tienen solución.

1. Poned normas por escrito. El primer paso para dejar claros los límites entre el trabajo y el hogar es organizar adecuadamente la empresa para que permita una división limpia. Así que empezad por escribir las descripciones de las tareas y el flujo de trabajo: división de responsabilidades, resolución de conflictos y quién toma la decisión final en departamentos o escenarios específicos. (Dicho esto, demasiadas normas extinguen la creatividad y el riesgo creativo, que son útiles en los negocios. Así que tendréis que establecer un límite allí donde penséis que es mejor).

Una organización poco clara causa discusiones, quejas y confrontaciones que socavan la parte amorosa de la relación. Una disputa con un colega de trabajo no es lo mismo que una discusión con tu marido. Cuando buscas soluciones, no la parte culpable, todos los problemas y ambigüedades mejor si se descubren antes que después.

2. Sed conscientes de cómo y cuándo habláis. No se trata de restringir completamente las charlas sobre el trabajo en casa, porque eso no funciona a largo plazo. La cuestión es ser conscientes del entorno y pensar qué función tenéis que desempeñar en según qué contexto.

Es fácil meterse en temas de trabajo durante la cena, diciendo algo inocente como, “Cariño, ¿puedes echar otro vistazo a este informe? Creo que hay un error aquí”. Pero eso desencadena en estar mirando de hecho el informe durante la cena o hablar por encima de las cabezas de los niños mientras ellos comen (o echan del plato) sus verduras. Así que respirad hondo y quizás cambiad la frase a “Cariño, ¿podemos hablar otra vez sobre este informe después de cenar?”. Y a continuación, a ser mamá y papá otra vez.

3. Daos un poco de libertad. Puede que te encante trabajar con tu esposo, pero eso no significa que tengáis que estar juntos las 24 horas del día. De hecho, probablemente es mejor si os tomáis unos descansitos independientes. Incluso pequeños momentos de libertad sirven también, como ir de compras —podéis ir de compras por separado durante unas pocas horas, como mínimo—. Cierta separación puede ayudaros a valorar la cercanía que tenéis codo a codo en el trabajo.

4. Recordad también estar casados. Hay un dicho que me gusta recordar a la gente en estos casos: los periquitos primero se alimentan el uno al otro y luego se arrancan las plumas mutuamente. Como psicóloga, veo a parejas que, absortas en sus carreras y en ganar dinero, se distancian aunque estén trabajando juntas. Y el motivo a menudo es que no buscan el tiempo para desconectar del trabajo y simplemente vivir su amor de marido y esposa.

Cuando el capital emocional de una pareja es más importante que el capital comercial, creo que normalmente se sale adelante en ambos ámbitos.

Este artículo se publicó originalmente en la edición polaca de Aleteia.

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