By Jacques-Louis David - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN 3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Public Domain
Una historia de película: Conflictos, concordatos, secuestros y hasta una excomunión
La Iglesia y los grandes poderes nunca se han llevado bien. Los Estados Pontificios siempre fueron un lugar de conflicto. En 1797 Pío VI fue detenido y deportado a Francia por revolucionarios franceses. Allí moriría tres años más tarde y Napoleón también tuvo sus idas y venidas, sus conflictos con el Sucesor de Pedro.
Napoleón quiso extenderse por toda Europa, quiso crear un imperio que no tuviera fin y se vio como el gran emperador todopoderoso de Europa. Todo tenía que estar bajo su control y bajo su mando. Y entre ellos el nuevo Papa: Pío VII.
Al comienzo quiso ser un aliado de Roma. No quería actuar como los revolucionarios sino llegar a un acuerdo con los Estados Pontificios. Se firmó un concordato y con él se pensaba que se apaciguarían los ánimos. Napoleón no obstante siguió con sus planes y para él el Pontificado era un simple peón en su estrategia militar.
Quiso humillar al Papa Pío VII. Lo primero que hizo fue obligarle a acudir a París a su coronación. Aquí se constatan dos versiones: la primera habla de cómo Napoleón tenía una sorpresa preparada para el Papa: Se coronaría a sí mismo. La segunda que fue el Papa quien en un acto de dignidad se negó y sólo hizo una bendición “a desgana”.
“Yo soy el Emperador”
Realmente a Napoleón la presencia del Papa en la coronación era lo de menos. ¿Para qué obligar al Papa a acudir a ese acto? La idea de Napoleón era retenerlo, dejarlo en Francia. Napoleón desistió al darse cuenta de que si el Papa no volvía los cardenales considerarían que había renunciado y elegirían nuevo Pontífice. Fue la primera de las tensiones.
En 1806 Napoleón amenazó al Papa cuando Gran Bretaña pidió al Pontífice abstenerse de actuar ante el bloque continental a Francia: “Su Santidad es soberano de Roma, pero yo soy el emperador; todos mis enemigos han de ser los suyos”, le escribiría.
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