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58 muertos, entre ellos al menos 11 niños tras un supuesto bombardeo químico en la ciudad siria de Khan Shaykun al sur de la provincia de Idlib. Según explica el Observatorio Sirio de Derechos Humanos: “las fuentes médicas y los activistas del observatorio han confirmado que uno de los barrios de la ciudad de Khan Shaykhun fue bombardeado con material que se cree que se trata de gases que causan asfixia y otros síntomas, como secreción de respiración intensa, espasmo general y otros diversos síntomas”.
La zona se encuentra controlada por los rebeldes y el ataque está siendo adjudicado a aviones del Gobierno de Bashar el Asad y Rusia.
Aún continúan las operaciones de rescate de la población y el número de muertos sigue aumentando ya que los bombardeos en la zona no ha cesado. Las noticias que llegan son muy desesperanzadoras y se espera que aumenten las víctimas: “Hay más de 160 heridos y algunos de ellos están en condiciones graves”, explican.
6 años después la situación en Siria es dramática. En las últimas semanas se están sucediendo distintos ataques tóxicos que están afectando gravemente a la población. No es la primera vez que estoy ocurre y Naciones Unidas ya ha pedido en varias ocasiones que paren los bombardeos con agentes tóxicos.
Papa Francisco ya ha pedido en numerosas ocasiones que paren los bombardeos en beneficios de los más inocentes: los niños y las niñas. En octubre de 2016 y ante el recrudecimiento de los bombardeos pidió que “fuera impuesto y respetado” un alto al fuego “por lo menos por el tiempo necesario para permitir la evacuación de los civiles, sobre todo de los niños, que están todavía atrapados bajo cruentos bombardeos”.
Hoy 6 meses después este llamamiento cobra de nuevo actualidad.