“Vas a ir al cielo”, “eres un angelito”, “Dios te pidió para que lo acompañaras” y “acá abajo te cuidamos todos”.
Estas son algunas de las cosas que los rescatistas le decían al bebé -de menos de un mes- hallado sin vida y que inmediatamente tocó el corazón de todos.
Se trata de una de las imágenes más tristes que ha dejado la tragedia en la localidad colombiana de Mocoa, donde más de 270 personas perdieron la vida luego de la avalancha de lodo generada por el desborde de ríos.
Precisamente, la foto del rescatista Orlando Jiménez, integrante de Defensa Civil de Colombia, con el bebé en brazos está trascendiendo fronteras y representa el símbolo del dolor y los cuestionamientos que cualquiera se puede hacer cuando acontecen estas cosas.
Él es Orlando Jiménez, uno de los voluntarios de @DefensaCivilCo que busca algún rastro de vida y esta rescatando víctimas #MocoaSomosTodospic.twitter.com/WxowxjSm9l
— Mindefensa (@mindefensa) April 2, 2017
“¿Por qué tiene que suceder esto a los niños que no tienen la culpa de nada?”, se preguntó Osvaldo para un reportaje otorgado a El Espectador.
En lo primero que pensó Osvaldo cuando tuvo a este bebé en brazos, según él mismo cuenta, fue en su hija, que también tiene un mes de nacida. “En Eva María pensé yo”, expresó.
Pero no solo a Osvaldo conmovió el hallazgo. Lo mismo sucedió con otros rescatistas y hasta integrantes de la comunidad quienes al ver el cuerpito desnudo rápidamente lo empezaron a consolar como si estuviera vivo y a ponerle una mantita y ropa para cubrirlo.
“Angelito”, le apodaron los rescatistas, quienes nunca supieron su nombre ni el de sus padres.
Pero el trabajo debió continuar, pues de eso se trata la profesión de estos hombres, quienes en medio del dolor deben poner lo mejor de sí y no perder nunca la esperanza de encontrar vida en una verdadera carrera contrarreloj.
“Fue una conmoción muy grande. Continuamos en la búsqueda incansablemente, apoyando la recuperación de cuerpos, con esperanza de encontrar gente viva, vamos a seguir trabajando”, indicó Osvaldo.
En ese sentido, por estas horas la localidad de Mocoa vive una verdadera emergencia social, con servicios afectados, hospitales colapsados y familiares desesperados que quieren enterrar a sus muertos, en medio de promesas de reconstrucción.
Finalmente, al ser consultado sobre qué le diría a su hija si cuando sea grande viera esta foto que empezó a dar vueltas el mundo entero, respondió:
“Que se dé cuenta hasta donde uno llega por ayudar a las personas, que ella pudo estar en esa situación y hay que ayudar a la gente. Hija, esto es lo que yo hago y este es mi trabajo, ayudar a los demás, y ojalá sigas ese mismo camino”.
La imagen de “el angelito de Dios” interpela por estas horas no solo a Mocoa, sino también al resto del mundo. Pues la pregunta que se hace Osvaldo de momento es un verdadero misterio. Pero al mismo tiempo representa una imagen que merece respeto, que es símbolo de dolor, aunque también de esperanza. Mientras siga habiendo rescatistas de la talla de Osvaldo, que dan lo mejor de sí para salvar la vida a los demás, la última palabra nunca está dicha para muchos que tienen que vivir estas tragedias.
Mientras tanto, “el angelito de Dios” seguirá velando por todos ellos desde el cielo.