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¿Acaso soy una persona que acumula cosas?

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Cançao Nova - publicado el 30/03/17

El daño social de la persona acumuladora es enorme

El nombre del transtorno que vamos a explicar hoy es Acumulación Compulsiva o Disposofobia. Traduciendo, significa miedo de librarse de las cosas, persona acumuladora.

¿Qué es eso?

¿Conoces a personas que tienen dificultad para descartar objetos o incluso ropas que ya no usan? ¿Que siempre piensan lo mismo: “¡un día lo puedo necesitar!”? ¿Cuando se dan cuenta, el armario está tan lleno, los armarios atiborrados de papeles y la casa completamente desorganizada por falta de espacio, debido a esos objetos inútiles?

No podemos confundir acumuladores con coleccionadores. Los coleccionadores son organizados con sus objetos y saben su finalidad. Los coleccionadores no se quedan pensando que, quizás un día, podrían necesitar ese objeto, sino que saben claramente que es una colección, por eso dejan los objetos organizados de forma que no interfieran en la organización de la casa.

¡Los acumuladores, no! Muchas veces, ni saben que tienen ese bien u objeto. Su retención es pura y simplemente por no lograr deshacerse de él. Es interesante resaltar que, en la cabeza de un acumulador, puede acumular cualquier cosa, lo que puede acabar en un ambiente, muchas veces, intransitable, sucio y peligroso para la salud. Determinados objetos pueden producir mal olor y atraer insectos y animales dentro de casa.

También existen los acumuladores que acogen un gran número de animales de determinada especie para cuidarlos, aunque no tenga espacio suficiente para ellos o condiciones de ofrecerles alimentación adecuada. Es importante subrayar que ese número es excesivamente alto.

Por ejemplo: una persona que tiene en casa 15, 20, 30 gatos, cachorros o cualquier otra especie. ¡Son números altos! En ese caso, podemos cuestionar hasta donde son animales de afecto, o la dificultad de dejarlos ir aunque no se les proporcionen los cuidados necesarios.

Normalmente, los acumuladores sufren una gran dificultad de socializarse. Podemos decir que, muchas veces, es por vergüenza de su transtorno. Sin embargo, en algunos momentos, ellos tienen conciencia de esa retención exagerada, pero no consiguen deshacerse de ello. ¡Es más fuerte que ellos! Incluso aunque este comportamiento les comporte grandes pérdidas, como el divorcio, el alejamiento de los hijos, peleas con los vecinos debido al mal olor y a los ratones e insectos que pueden acabar entrando en casa. El prejuicio social del acumulador es enorme y podría acabar en la soledad en medio de los objetos, alimentos o animales.

Soy un acumulador, ¿qué hago?

Tal vez, en este momento, ya te estés preguntando: ¿pero eso tiene tratamiento? ¡Parece un cuadro tan triste y difícil de revertir!

¡Sí, tiene tratamiento! Está claro que, como cualquier trastorno, el resultado no es inmediato. Y como en cualquier otra enfermedad psíquica, depende mucho del deseo de esa persona de curarse. No habrá eficacia en el tratamiento si en esa persona no hay voluntad de cambiar.

Ese es el primer paso. Despertar en la persona el deseo de cambiar, mostrando los engaños y las pérdidas que tiene vivir con la enfermedad. Hay que llevarla a comprender y aceptar que es una enfermedad y que necesita ser tratada. El tratamiento indicado es la psicoterapia y, si es necesario, el uso de medicación. En este caso, con el acompañamiento de un psiquiatra.

El apoyo de la familia es de extrema importancia, pues es la que está en el día a día del acumulador. ¡Incentivar, acoger y amar también es un buen remedio!

Por Aline Rodrigues, via Canção Nova 

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