Durante años – hablamos de hace muchos – no se les veía por la calle porque se les escondía y además tenían una esperanza de vida bastante más corta. Después salieron a la calle, entraron en las escuelas, en el mundo laboral, creció su esperanza de vida, los veíamos participar en equipos deportivos, tocar instrumentos musicales, jugar en las plazas…
Ahora han vuelto a desaparecer porque las nuevas técnicas de diagnóstico prenatal hacen posible detectar la alteración genética en fases iniciales del embarazo y se opta por el aborto.
Hablamos de las personas con Síndrome de Down. Y quiero hace hincapié en el concepto “personas con Síndrome de Down”, porque cuando nos referimos a ellos simplemente con el nombre de su síndrome nos olvidamos que son personas.
El Síndrome de Down no es propiamente una enfermedad, sino una anomalía cromosómica que tiene asociadas algunas enfermedades o condiciones. Las personas tenemos 23 pares de cromosomas. Uno de ellos determina el sexo, los otros 22 se numeran del 1 al 22. Las personas con Síndrome de Down tienen 3 cromosomas en el par 21, en vez de tener sólo dos, por esto se le conoce también con “Trisomía 21”. Esta alteración genética viene siempre acompañada por algún grado de discapacidad intelectual y una fisonomía característica.