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Habíamos esperado una final así como el astrónomo que espera la noche de la lluvia de meteoritos. Sus antecesores en la historia grande del tenis despertaron todos de un largo retardo para, al menos por Twitter, comentar la emoción de verlos como en las mejores épocas. Y el Australian Open fue para el príncipe sin principado, para el tributo a la elegancia deportiva: Roger Federer.
La épica de su regreso a los primeros planos no alcanza la etiqueta de “gran regreso” como el del argentino Juan Martín Del Potro el año pasado, o de “última gran batalla” como el Wimbledon de Goran Ivanisevic de 2001. Simplemente porque Roger nunca se fue, y porque aun habiendo dejado de jugar por seis meses por una lesión, el ranking le había relegado apenas al puesto 17. Pero desde Wimbledon 2012 que el suizo no ganaba un Grand Slam, como si su posta ya la hubiese pasado a Novak Djokovic o Andy Murray.
André Agassi reconoció recientemente que en su opinión el más grande tenista de todos los tiempos es Rafael Nadal, entre otros motivos, porque ganó más encuentros contra Federer que los que perdió. Pero, analizaba Agassi, la elegancia en el juego del suizo hacen que sea el jugador que todos quieren ver.
Con un revés a una mano suave y voraz y un drive simplemente perfecto que ya deja de llamar la atención, en Federer están todos los golpes tal como se enseña a los niños. Es el mejor tenista para observar si uno quiere aprender tenis. En la cancha, Federer es la elegancia. Es al tenis lo que Enzo Francescoli o Johan Cruyff son al fútbol.
Fuera de ella, Federer ratifica su principado. Siempre de perfil bajo, jamás se la ha visto involucrado en grandes polémicas. Es más, las esquiva con la misma sutileza con la que golpea un drive paralelo con top spin.
Pat Cash acaba de reprocharle haber hecho una “trampa legal” al usar en dos encuentros consecutivos un receso médico tras perder el cuarto set. Como si Federer nunca hubiese ganado un partido después de perder un set… Además de consignar su dolor en la pierna, respondió a Cash diciendo, apenas: “su crítica es exagerada”.
Durante casi toda la carrera del gran Roger, lo acompañó, primero como novia y luego como esposa, Mirka Vavrinec, ex tenista eslovaca. Se conocieron en los Juegos Olímpicos de Sydney. Retirada desde 2002, rara vez no se ha visto a Mirka acompañando al gran Roger en sus partidos.
Se casaron en 2009, y al poco tiempo llegaron las mellizas Myla y Charlene. En 2014 los también mellizos Leo y Lenny. Las fotos de la familia en plenitud no se observan solo en las revistas de realeza; no hay exclusivas. La familia Federer acompaña a papá y no guardan la alegría para ninguna exclusiva periodística.
Por poner un ejemplo, Mirka lo abrazó con afecto en los pasillos del court australiano tras la consagración y la foto se volvió viral. Como si hubiese algo de auténtico en la familia Federer que en otras postales familiares cueste encontrar.
Roger aclaró de entrada que no presionará a ninguno de sus hijos para seguir sus pasos. “Honestamente, creo que todo dependerá de cómo se den las cosas cuando nos instalemos en Suiza y veamos qué deportes empiezan a jugar. Pero creo que para cualquier niño lo importante es disfrutar de lo que hacen, sin importar cuál deporte sea”, declaró en su momento a la BBC.
“El apoyo y los consejos parentales son muy importantes… hacerte entender que es un privilegio ir a clases de tenis y jugar torneos. Lo menos que puede hacer un niño es esforzarse y mostrar una buena actitud”, afirmó en la misma entrevista.
Ese apoyo parental y ese estímulo que espera poder trasladar sin presiones a sus hijos, declaró en esta entrevista de 2013, es el que recibió de sus padres y el que le permitió tener el empuje que tiene. Ambos padres de Roger trabajaban para un laboratorio farmacéutico. Hoy, se los suele ver en los partidos del suizo apoyándolo junto con Mirka y los niños.
La familia es un pilar en su carrera. La recuerda ante cada título. En referencia a su esposa, tras vencer a Rafa Nadal en Australia, aseguró: “Ella estuvo conmigo cuando no había ganado ningún torneo y sigue a mi lado 89 torneos después. Ella ha tenido un rol crucial en todo esto, ella lo sabe, yo lo sé, todos lo saben”.
Se podría escribir páginas y páginas sobre los atributos deportivos y personales de Federer que hacen que sea una de las figuras deportivas más importantes de todos los tiempos. Una que no nos molestaría nuestros hijos lo admiren. Una que pedimos no se retire nunca. Aunque entenderíamos que junto con su familia recalen pronto en Suiza, para el merecido descanso tras entrar en la historia grande (muy grande) del deporte mundial.