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Ex guerrillera de las Farc: “Tenía 13 años. A los quince días me dieron un arma”

COLOMBIA-PEACE-REBEL

AFP PHOTO / LUIS ACOSTA

A rebel from the Revolutionary Armed Forces of Colombia (FARC) stands guard with comrades in Los Pozos, Colombia, 09 February, 2001. Colombian President Andres Pastrana (L) and the leader of the FARC Manuel Marulanda signed a joint statement 09 February in Los Pozos to revive the peace process and resume talks 14 February. The 13-point document, signed in front of reporters came after more than 13 hours of talks over two days between the two men and included a "humanitarian agreement" to exchange imprisoned ill FARC prisoners for ailing police and military troops held hostage by the rebel group. AFP PHOTO/Luis ACOSTA / AFP PHOTO / LUIS ACOSTA

Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 02/02/17

Los Salesianos les ayudan a reconstruir sus vidas y regresar con sus familias

“Tenía 13 años. A los quince días me dieron un arma. Y mi casa era el maletín. Todo es serio hay que pensar en salvarse la vida. Habían muchos niños. Una noche helicópteros del ejercito nos bombardearon, pocos salimos vivos, mi compañero murió”, dijo Catalina (nombre ficticio), 19 años, que acaba de graduarse en Artes Gráficas en Ciudad Don Bosco, ubicada en Medellín. Ella es una joven desvinculada de la guerrilla colombiana, FARC, ayudada por los salesianos a reconstruir su vida y regresar a abrazar a su familia.

52 años de conflicto armado en Colombia entre las FARC, el ELN, los Paramilitares y el Estado han dejado ocho millones de víctimas. En este tiempo, miles de niños y niñas han sido obligados por grupos armados a hacer parte de la guerra.

Manuel, 16 años, ingresó en el 2013 en la guerrilla de las FARC junto con su hermano. “Estando allá lo mataron, él era todo para mí, él era como mi papá y mi mamá. No tenía sentido seguir en la guerrilla. Uno tiene que someterse a ellos, sino hay cosas mayores que le pueden pasar a uno”.

Los salesianos, que siguen la espiritualidad de Don Bosco, en Colombia han acogido a Catalina y Manuel. Ellos son los protagonistas del documental, dirigido por Raúl de la Fuente, que recorre en 21 minutos los miedos, los sueños y las esperanzas de los protagonistas. El documental ha sido presentado por su protagonistas a la prensa en Roma en un encuentro organizado por la Asociación ISCOM.

Hoy a los 19 años, Manuel describe la desilusión de una infancia robada unida a un arma, la selva como casa y el batallón única familia. Desvincularse de las FARC, asegura es como “salir y escalar para llegar a cosas pequeñas para llegar a cosas grandes. Era analfabeta, ahora estoy estudiando”. Manuel no puede regresar a su familia. El campo donde vive es ‘zona roja’ de conflicto.

Lamentablemente, el caso de los niños soldados no sucede sólo en Colombia. La utilización de menores en las guerras es una práctica muy extendida en diversos países.

Alejados de sus familias y de una vida normal, como ir a la escuela durante años, los jóvenes desvinculados del conflicto son acogidos en Ciudad Don Bosco Medellín por los salesianos, que han acompañado en los últimos 14 años a más de 2.300 menores desmovilizados del conflicto y otros 1300 en la ciudad homónima de Cali.

James Areiza, educador y responsable de los programas para la protección de la infancia en Ciudad Don Bosco explica que los jóvenes vinculados a los grupos armados son obra barata, manipulable, leales porque temen represalias contra sus familias y por lo tanto letales. Se cree que en Colombia aún quedan entre 8.000 y 14.000 menores soldados, muchos de ellos campesinos que están en zonas lejanas.

Las FARC dicen tener 75 menores en sus filas, los cuales han sido entregados a los servicios sociales en Colombia como parte del proceso. 11 de ellos han sido asistidos por los salesianos.

El programa ‘Construyendo sueños’ los acoge, recupera y educa ayudándoles a superar sus traumas gracias a la pedagogía de la confianza, cambiando sus miedos por ganas de aprender y enseñándoles un oficio para que puedan reinsertarse en la sociedad y reencontrarse con sus familias, explicó Areiza.

La legislación colombiana considera a estos niños y jóvenes como “desvinculados” del conflicto armado para que haya una protección legal para ellos.

En este sentido, el cese al fuego en Colombia es necesario para que los colombianos se reconcilien y haya un futuro para las víctimas directas del conflicto; los niños y jóvenes carne de cañón de la confrontación. “Es un momento histórico. Los jóvenes no serán más víctimas de la persecución” asegura el sacerdote Rafael Bejarano Rivera, director de la Ciudad Don Bosco, en Medellín.

Bejarano Rivera sostiene que la Iglesia no se ha dividido en el Referéndum, la mayoría de los pastores mantuvieron una actitud neutra, dejando libre a la consciencia de los ciudadanos. En cambio, lamenta que si “hubo manipulación por parte de los grupos protestantes” respecto al voto.

Catalina narra su dolor cuando supo de la victoria del ‘no’ en el Referéndum. “Pienso que primero hay que tener paz interior para luego darla, hay que pensar en los demás antes que en nosotros”.

Por su parte, Manuel suspiró ante la negativa del voto popular al Referéndum, pues consideraba que era una oportunidad y una esperanza para volver a abrazar a su familia. “Hay que esperar la próxima (oportunidad de paz) y al momento pensaba en la gente que puede volver a sus tierras, organizar las cosas en el campo, no se puede hacer mucho allá por la violencia”.

Bejarano Rivera considera que la pregunta sobre el Referéndum era sobre el acuerdo, no era una pregunta sobre los procesos y la paz. Esto significa que había que repensar el acuerdo. El acuerdo ahora fue aprobado por el congreso nacional. Desde el 1 de diciembre inició la implementación del proceso con las FARC. También se mira con esperanza el futuro del diálogo abierto con la guerrilla del ELN, segundo grupo subversivo armado del país.

Apropósito del post-conflicto y la construcción de paz a través de obras concretas como las que realizan los salesianos con los jóvenes desvinculados de los grupos armados en Colombia, Aleteia conversó con el salesiano Bejarano Rivera al respecto.

Usted ha hablado de la posición neutral de la Iglesia durante el Referéndum ¿Considera usted que los católicos hemos sido ‘muy tibios’ en el momento clave de motivar las posiciones para construir la paz, no obstante la pregunta ambigua cerrada en un si o un no?

“Los católicos en Colombia debemos de tener mucho más compromiso; radical, abierto de palabra y de obra, la conversión del corazón. Esto es asumir posiciones políticas, que den muestra de la ética cristiana que vivimos. No puedo yo decir que como católicos tenemos que estar comprometidos en un sólo partido político, no puedo decir yo que como católicos tenemos que dejar de lado las diferentes vivencias de la historia que cada persona ha tenido frente al conflicto.

Sin embargo, como católico si puedo decir que estamos invitados todos a vivir el perdón y la esperanza. Una esperanza que debe ser construida de una manera mucho más colectiva y llevar adelante la misión de construir una nación mejor. En paz al estilo de Cristo”.

En 52 años de Guerra cada uno tiene sus propias responsabilidades. Hay sectores que denuncian que la Iglesia Católica ha faltado de liderazgo espiritual a la hora de denunciar la marginación, la explotación, la violencia contra ciertos sectores vulnerables de nuestra sociedad…

“El liderazgo existe. En Colombia la Iglesia Católica tiene una multiplicidad de obras representadas en muchísimos carismas y tenemos grandes líderes eclesiales que han sabido leer el contexto social del sufrimiento de las personas y combinarlo con el pensamiento teológico.

Pienso que es injusto que hoy en Colombia se esté metiendo un falso clericalismo. A veces se dice el pecado de la Iglesia en Latinoamérica, el pecado en Colombia… No se puede contar la historia de Colombia sin decir Iglesia Católica. Creo que es el momento en que debemos hacer mucho más hincapié en el  el aporte gigantesco que hace la Iglesia Católica para la construcción de la paz y el desarrollo del país”.

Alto el fuego

Documental

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