La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
«En la experiencia dolorosa de estos hermanos y hermanas vemos la del Niño Jesús, que al nacer no encontró un lugar que lo acogiera y fue alumbrado en la Gruta de Belén». Lo dijo el papa Francisco en la audiencia de agradecimiento a los donanteses del árbol de Navidad y del pesebre que adornaron la plaza de San Pedro el Adviento y la Navidad de 2016.
El año 2016, el pesebre que engalanó la plaza de San Pedro fue realizado por el maltés Manwel Grech.
Esta representación del Nacimiento «evoca también la triste y trágica realidad» de los migrantes en las balsas, viajando hacia Europa.
En este contexto, el Pontífice comparó el nacimiento del niño Jesús con los niños refugiados de hoy. El pequeño Dios «luego fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes».
El pesebre, mensaje de acogida
Recordó que cuantos visiten el pesebre «estarán invitados a redescubrir su valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, del compartir, de acogida y de solidaridad». Y añadió:
«También los pesebres instalados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a hacerle lugar en nuestra vida y en la sociedad a Dios, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación«.
Del abeto a la contemplación del Creador
El Papa también habló del abeto navideño colocado cerca del pesebre en la plaza de San Pedro que proviene de Trentino, norte de Italia.
«La belleza de esos panoramas es una invitación a contemplar al Creador y a respetar la naturaleza, obra de sus manos. Todos estamos llamados a acercarnos a la creación con estupor contemplativo».
De esta manera, el pesebre y el árbol forman parte de un mensaje «de esperanza y de amor. Y ayudan a crear el clima navideño favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor, que vino a la tierra con simplicidad y mansedumbre».
«Dejémonos atraer, con ánimo de muchachos, por el pesebre -concluyó-. Porque allí se comprende la bondad de Dios y se contempla su misericordia, que se hizo carne humana para enternecer nuestras miradas».