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¿Vuelvo a trabajar o no? Preguntas clave para acertar

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©Esb Professional/Shutterstock

Mathilde De Robien - publicado el 17/10/16

Una difícil decisión que puede poner tu vida y la de tu familia patas arriba

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En el siglo XXI, para una pequeña minoría en vías de extinción, la cruel duda shakespiriana ya no reside en el célebre “to be or not to be?” sino más bien en el “to work or not to work?”.

Algunos y algunas dejan de trabajar x meses o x años para ocuparse de sus hijos, y un buen día ─el día anterior al tercer cumpleaños del niño, por ejemplo, según el ultimátum de la CAF (el fondo estatal para subsidios familiares en Francia), o después de que el último hijo se emancipe─, a los padres se les impone un dilema existencial: ¿retomo o no la vida laboral? ¿Cómo sabré si es un buen momento?

Hago bien al calificar de «existencial» la decisión, ya que puede poner sus vidas patas arriba, incluyendo la vida de su cónyuge y las vidas de sus hijos.

En 2011, el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos francés (INSEE) calculó en su censo que, en Francia, había 2,1 millones de mujeres en el hogar, lo cual representa el 14% de la población femenina de entre 20 y 60 años.

Veinte años atrás, el número era de 3,5 millones, es decir, el 24% de la población femenina de entre 20 y 60 años por entonces.

Las mujeres que trabajan en el hogar son menos numerosas que antes, aunque un 14% no es un porcentaje nada desdeñable, ¡y a ese 14% sobre todo es a quien va dirigido este artículo!

Entre estas 2 millones de amas de casa, un 80% de ellas dejaron de trabajar en el pasado. Cesaron su actividad profesional, en su mayoría, a raíz del nacimiento de uno o de varios hijos (los otros casos, en menor número pero trágicos, se deben al fin de contratos de trabajo precarios no renovados).

A mayor número de hijos, mayor número de madres que dejan de trabajar: un 28% de las madres dejó el trabajo (al menos durante un mes pasado el permiso de maternidad) para el primer hijo, mientras que un 40% paró su actividad laboral con el segundo y un 55% con el tercero.

Puesto que no hay «interrupción» sin «reanudación», llega un momento, en una o varias ocasiones durante la vida, en el que se plantea la siguiente pregunta: “¿Vuelvo a trabajar o no?”.

Poder plantearse la pregunta es ya, de por sí, un lujo, y hay que ser consciente de ello. Pero la respuesta no es siempre evidente. Por lo tanto, me dirigiré a aquellas ─y a aquellos también─, que dudan, que andan con rodeos, que se sienten culpables, porque tengo ganas de decirles: “¡No duden más! ¡Y asuman su elección!”.

Para ello, aquí tienen algunos puntos que pueden revisar para tomar la decisión que les haga más felices, a ustedes y a su familia.

Se trata de algunas cuestiones que habrán de resolver personalmente para poder aceptar plenamente su elección, de forma que en un futuro, en esos momentos de duda o culpabilidad, puedan recordar las meditadas razones por las que decidieron volver al trabajo, o no.

Tu profesión

¿Es un trabajo que te apasiona o más bien una necesidad “alimentaria”? ¿Te gusta tu trabajo? Si lo dejas definitivamente, ¿lo echarás de menos? ¿Tu familia necesita de tus ingresos para vivir?

¿Tu profesión es compatible con una vida familiar? ¿Es posible, si lo deseas, negociar un horario laboral al 80% o al 50%?

¿Qué esperas de tu trabajo? ¿Reconocimiento? ¿Socializar? ¿Hacer alguna labor útil o interesante? ¿Poner en buen uso tus habilidades? ¿Puedes responder a estas necesidades a través de otras alternativas?

¿Con qué modelo educativo te has criado? ¿Te gustó? ¿Qué te ha aportado? ¿Qué modelo educativo quieres aplicar?

¿Dónde encuentras tu desarrollo personal pleno? ¿Tu alegría de vivir? ¿Qué es lo que te motiva?

¿Te aburrirás si te quedas en casa? ¿Qué harías para ocupar los días?

¿Tu inclinación a permanecer en casa viene de una verdadera “vocación” o es una huida del mundo laboral? Y viceversa, ¿tu inclinación para volver a trabajar se corresponde con un deseo real o con una huida del hogar?

¿Sientes presión o influencia por parte de lo que es considerado “normal”? ¿Te preocupa el qué dirán o pensarán tus seres queridos? ¿O la sociedad?

Tus hijos

¿Estás listo o lista para dejarlos en manos de un canguro, en la guardería, un centro de ocio, un comedor? ¿Qué harías si se ponen enfermos? ¿Cómo organizarías las semanas de vacaciones escolares? ¿Qué disponibilidad tiene tu cónyuge?

¿Es importante para ti y para tus hijos el que asistas a los actos escolares y supervises sus deberes por la tarde o la noche? ¿Qué grado de dependencia tienen de ti?

¿Estás listo o lista para tener ocupada toda la jornada? ¿Dispones de familia, amigos, una guardería, para que te releven cuando sea necesario y así tener tiempo para ti?

Tu cónyuge

¿Cómo te ve: en casa o en el trabajo? ¿Qué desea él/ella para vuestra familia? ¿Será tu trabajo un tema de discusión? ¿Eres libre de tomar tu propia decisión? ¿Habéis hablado serenamente del asunto?

Soluciones alternativas

¿Tienes ganas de cambiar de profesión? ¿Qué te gustaría hacer? ¿Qué podrías hacer? ¿Te has hecho un balance de competencias? ¿Tienes ganas de crear tu propia empresa? ¿Cómo lo harías?

¿Te atrae el voluntariado? ¿El trabajo comunitario? ¿En qué tipo de causas?

Conclusión

¡Las respuestas a todas estas preguntas son totalmente personales! Nadie tiene autoridad para juzgarles, sobre todo si lo que buscan en realidad es lo mejor para ustedes y su familia. Eso sí, es necesario tomarse un tiempo para responder bien a este cuestionario y, además, hay que estar preparado para replanteárselo varias veces en la vida.

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