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En el rescate de la Sábana Santa, un milagro en medio de las llamas

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Ciência Confirma a Igreja - publicado el 12/10/16

“¿Cuándo decidí intervenir? Cuando vi que todo estaba derrumbándose. En ese momento le dije a mis chicos: vamos, tenemos que salvar la Sábana”, cuenta el bombero

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La noche del 11 al 12 de abril de 1997, un pavoroso incendio amenazó con destruir para siempre una de las más preciosas reliquias del mundo católico: la Sábana Santa de Turín, mortaja que envolvió durante tres días el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, tras su crucifixión hasta su resurrección.

Sólo después de la larga y extenuante lucha de los bomberos, el sacrosanto lino pudo quedar a salvo de las llamas. Además del Palacio real, el incendio destruyó casi completamente la capilla de Guarino Guarini – contigua a la Catedral de Turín – donde se encontraba la reliquia.

Algunos órganos de la prensa italiana sospecharon de que el incendio fuera provocado.

En ese momento dramático, en que todo parecía perdido, asistimos a una de las más bellas escenas de heroísmo: el bombero Mario Trematore se lanzó valientemente entre las llamas, y con un gran palo de hierro golpeó varias veces el vidrio a prueba de balas que protegía la reliquia, recuperándola enseguida. Instantes después, la cúpula entera de la capilla se desmoronó.

Con el pasar de una década, y teniendo presente la conmoción del mundo católico en vista de aquella tragedia que casi se consumó, Catolicismo pidió a su corresponsal en Milán, el señor Roberto Bertogna, que entrevistara al señor Mario Trematore, con el fin de que narrara a nuestros lectores el emocionante rescate, así como los recuerdos más significativos de ese acontecimiento que dejó marcada su alma.

Catolicismo – ¿Podría describir a los lectores el motivo que lo llevó a enfrentar el incendio, sabiendo que corría peligro su vida en medio de las llamas?

Mario Trematore – En la vida, el cristiano tiene como obligación principal dar testimonio de su fe y reconocer en Jesucristo su salvación, la presencia que transforma la precaria existencia humana en la historia. Presencia reavivada cada día por el recuerdo que, al morir en la Cruz, Jesucristo involucró a todos aquellos que creen en Él. Cristo muere crucificado cada día en los muchos acontecimientos que componen la historia del mundo, para resurgir cada vez más presente en el misterio de la fe a los ojos de los hombres.

Su mano providente nos acompaña siempre. Y fue esa mano que me movió a enfrentar las llamas que amenazaban la más preciosa reliquia del mundo cristiano. De hecho, aquella afanosa noche pasada en la catedral, al luchar contra las llamas para salvar la Sábana Santa, la fuerza que me obligaba a cumplir aquella misión emanaba de una voz interior, que seguramente provenía de lo alto.

Catolicismo – ¿Qué es lo que pensó en el momento en que golpeaba el resistente vidrio del relicario que protegía la Sábana Santa?

Mario Trematore – En ese apuro, cuando todo parecía perdido y la fuerza del fuego volvía impotente todo recurso humano, esperé hasta el fin, y el pensamiento se transformó en acción. Por una parte, surgió inesperadamente el miedo a morir, y por un breve tiempo vinieron a la memoria las personas más queridas y los más bellos recuerdos: la dulzura de mi mujer Rita, la sonrisa de mi hijo Iacopo, la gracia de mi hija Chiara.

Por otra, pensaba también en aquella Sábana y el deber de salvarla. Jesucristo la había dejado para la humanidad como un signo extraordinario del misterio del Verbo encarnado y de Dios que asumió toda la condición humana. Prueba convincente de un significado: del amor que responde al amor, y no de dolor y lo que cuesta. Un testimonio visible de su resurrección y del infinito amor de Dios por el hombre.

Catolicismo – ¿Mientras se encontraba entre las llamas, llegó a pensar que la salvación de la Sábana podría depender de la fe y del valor del alguien, y que aquella obligación recaía en usted?

Mario Trematore – La noche del 11 de abril de 1997, no podía ciertamente pensar que me tocaría a mí, junto a mis compañeros, salvar la Sábana Santa. En ese momento yo sentía angustia y preocupación por millones de fieles. La capilla de Guarino se caía a pedazos, bajo el incesante calor de las llamas.

Uno de los pilares principales que sostenía la cúpula ya se había deshecho con el calor del fuego. No había mucho tiempo para pensar. De un momento a otro podía caer la cúpula. Era necesario hacer algo. ¿Pero qué? Cada intento por apagar ese maldito fuego fracasaba, y así no me quedó más que rezar una oración que había aprendido hacía mucho tiempo, cuando era niño y tenía los ojos grandes y el pelo rizado: “Padrenuestro, que estás en el Cielo…”.

La manera que Dios escoge sus instrumentos es siempre sorprendente e insondable. Dios quiere tener la necesidad de nuestros brazos y nuestras manos para cumplir su obra. Me quedo pasmado por cómo Él ha querido tener la necesidad de mis brazos y mis manos para salvar la Sábana Santa.

Al recordar esos momentos dramáticos, estoy convencido de que el hombre, al reconocer el amor de Dios, se lanza sobre Él con una sensibilidad que nace de la conciencia de un deber: que la gran evidencia de aquel Rostro no se pierde por la fragilidad de quien cree, sino que permanece señal de esperanza para todos, y de eso tiene necesidad cada hombre.

Catolicismo – Tuvo el reconocimiento de muchas personas importantes y menos importantes, incluso Juan Pablo II. ¿Se siente un héroe?

Mario Trematore – El hombre no se basta a sí mismo y tiene necesidad de Cristo. Hablar de heroísmo puede satisfacer mi ego, pero favorece el orgullo, una falta de confianza en el Creador. No podemos olvidar el ejemplo de Jesucristo el Domingo de Ramos. El Hijo de Dios, Él mismo siendo Dios, entró en Jerusalén montado en un burro, y no en un carro dorado empujado por lindos caballos de raza.

Quien nos creó decidió cada cosa, aunque para nosotros no todo sea comprensible. Aunque – con la fuerza de mis manos y un palo de fierro, además de la ayuda de mis compañeros – haya salvado la Sábana Santa, Jesucristo habría resurgido de aquellos escombros con o sin nosotros.

Catolicismo – ¿Cuál es hoy el papel de Nuestro Señor Jesucristo en su vida?

Mario Trematore – Yo lo siento a mi lado, como un compañero de viaje, incluso en las cosas más simples que hago. Cuando camino por la cale, hago compras, paseo por el centro de Turín – en estos últimos años, aún más bonito -, cuando voy a recoger a los niños a la escuela y cuando trabajo.

A Él le confío mis cosas, le pido consejos, junto a Él yo me indigno de los males del mundo, y Él me carga cuando los pies ya cansados no logran caminar. Aprendí y tengo la certeza de que nunca estoy solo. Frente a lo que pueda suceder en mi vida, siempre habrá Alguien con el cual podré contar. Es en esa presencia constante de Nuestro Señor Jesucristo que encontramos la propia condición que vuelve al hombre completamente libre.

El encuentro con Nuestro Señor Jesucristo, a través del rescate de la Sábana Santa, fue una experiencia extraordinaria y me permitió entrar en una relación íntima con Él. Se trata de una relación humanamente difícil, imperiosa, a veces dolorosa, pues es capaz de poner en discusión muchas certezas.

Comprender el mal y rechazar la indiferencia hacia él cada día de nuestras vidas, enfrentando nuestro egoísmo, nuestros impulsos y pasiones desordenadas. Amar a Nuestro Señor Jesucristo no nos puede impedir sufrir. En Lourdes, la Virgen María dijo a santa Bernadette: “En esta vida prometo enseñarte a amar, pero no necesariamente a ser feliz”.

Es esclarecedor el pasaje del Evangelio en el que Cristo fue tentado por el demonio para que transformara la piedra en pan. De hecho, Él tenía tres modos de proceder:

1º Transformar al demonio en piedra, y con eso habría resuelto todos los problemas, suyos y nuestros;

2º Transformar la piedra en pan, pero de ese modo Él no habría actuado como Hijo de Dios, pues el verdadero señor habría sido el demonio, cuya orden Cristo hubiera obedecido;

3º Cristo respondió escogiendo el camino más difícil y más doloroso, es decir, el martirio y la crucifixión, para no crear ninguna fisura que traicionara su amor por el Padre.

La fragilidad del hombre no rechaza el pecado, más aún el pecado aliena la libertad humana y separa al hombre del encuentro con Dios.

Cada cristiano está sometido a esas debilidades muchas veces en su vida. No es para desanimarse, sino para luchar, para no separarnos de todo el bien que Cristo nos enseñó: aprender a amar, no a través de los ojos de la propia cultura, sino con el corazón abierto a Nuestro Señor Jesucristo y al prójimo.

Catolicismo – ¿Qué recomienda a los lectores de Catolicismo para aumentar la devoción a la Sábana Santa?

Mario Trematore – No es verdad que el racionalismo, el uso de la razón como medida de la realidad, sea el modo más correcto para aproximarnos a la fe. Por el contrario, cuando la razón es usada de manera auténtica, abre al alma a la percepción de algo grande que hay en nosotros, de un misterio del cual todo depende.

Esta es la “apertura del corazón” que me gustaría sugerirle a todos. Finalmente, le pido a Nuestra Señora que todos encuentren una ocasión, tal vez un día de fiesta, para venir a Turín a venerar la Sábana Santa, incluso aunque no esté visible (no hay un ostensorio solemne para que quede expuesta), sino que se encuentra en una capilla de la nave lateral de la catedral, dignamente guardada para veneración de todos. Tenemos la misma necesidad: tocar con las manos, como santo Tomás, para que el ciento por uno sea realizado, aquí y ahora, y transforme nuestras vidas.

Me gustaría recordar lo que dijo el Papa Juan Pablo II en relación a la Sábana Santa, con ocasión de su visita a Turín: “Una reliquia insólita y misteriosa, testigo singularísimo – si aceptamos los argumentos de muchos científicos – de la Pascua, la Pasión, la Muerte y la Resurrección. Testigo mudo, pero al mismo tiempo sorprendentemente elocuente”.

Catolicismo – Hoy sabemos que usted ya no es bombero…

Mario Trematore – Ser bombero era mi pasión. Pero los años pasan y el cuerpo envejecido no aguanta más el estrés y el cansancio del trabajo tan pesado y peligroso. Así que, en octubre de 2003 dejé el Cuerpo de Bomberos.

Como estudié arquitectura, retomé la profesión, ocupándome de proyectos arquitectónicos, con la especialización en seguridad en los sectores de riesgo relacionados a la construcción y al curso de las obras, tengo el cargo de director técnico externo en Engineering Boesso, además de director didáctico del sector formativo regional en Apitforma de Turín, órgano acreditado junto a la región del Piamonte, que opera en las tipologías formativas post universitarias.

Pero en el fondo de mi corazón queda un sueño, y espero que el Señor me ayude a realizarlo: diseñar una iglesia. Cada iglesia es una casa de Dios, y no puede más que ser bella, como afirmaba en 1400 Leon Battista Alberti, renombrado arquitecto italiano, en su “De re aedificatoria”.

“Sentí dentro de mí algo superior que me guiaba”

Cuando le preguntaron en qué momento decidió intervenir, arriesgando la vida para, en un gesto de audacia y heroísmo, rescatar la Sábana Santa de las llamas, Mario Trematore declaró a la prensa:

“¿Cuándo decidí intervenir? Cuando vi que todo estaba derrumbándose. En ese momento le dije a mis chicos: vamos, tenemos que salvar la Sábana.

En un momento determinado sentí algo dentro de mí, algo superior que me guiaba. Y como si hubiera encontrado una fuerza en aquel símbolo, el símbolo de la Sábana, agarré un mazo y empecé a golpear el vidrio antibalas. Golpeaba, golpeaba y golpeaba, pero aquel vidrio no caía. Tal vez golpeé cien veces antes de destruirlo.

Finalmente cedió. Debo haber hecho eso en un cuarto de hora, ni un ladrón hubiera sido tan veloz. ¿Y sabes por qué? Porque tenía una fuerte convicción y gracias a ella me aumentaba la fuerza.

Tuve un poco de miedo. Pero en aquel momento creo que Dios me dio fuerza para salvar la Sábana Santa. De otra forma no habría logrado romper aquel vidrio que resiste hasta proyectiles”.

Si hubiera sido otro objeto, un cuadro de valor inestimable, quien sabe, de Giotto o de Miguel Ángel, no habría movido un dedo. Nosotros nos arriesgamos mucho, muchísimo, tal vez fuimos hasta inconscientes, pero teníamos que salvar la Sábana”.

VIDEO DEL RESCATE

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