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Fe y cine: ¿Tan mal van las cosas en Hollywood? ¿Hay que preocuparse?

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Kevin Winter / Staff

Matthew Becklo - publicado el 01/09/16

Las historias de fe se siguen contando lejos de Hollywood, y las siguen contando bien

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En la revista digital Crux, el diácono cinéfilo Steven D. Greydanus ha escrito un desalentador ensayo en dos partes sobre cómo retrata Hollywood el cristianismo en general y el catolicismo en particular durante los últimos 15 a 25 años.

La iconografía cristiana en Hollywood, según sostiene Greydanus, generalmente “se vincula a una violencia asesina o a una villanía absoluta” –sin duda, no faltan ejemplos que apoyen su argumento–, mientras que las representaciones positivas de la identidad cristiana se limitan a películas independientes, extranjeras o de terror.

“Es una cuestión inquietante”, escribe Greydanus. “¿Ha habido aunque sea una representación positiva notoria de la fe o la identidad católica en una gran película no de terror en Hollywood en los últimos 10 ó 15 años?”. Responde a esta pregunta con algunos ejemplos humildes, pero concluye, básicamente, que no. Entre Return to me [Hechizo del corazón] del 2000 y la próxima adaptación de Scorsese de Silence [Silencio], Greydanus no ve mucho que celebrar.

Pero esta evaluación parece innecesariamente sombría. Greydanus no menciona la reciente explosión de cine épico bíblico, y no está claro por qué no lo hace. Parece lógico que cualquier evaluación imparcial del cristianismo en el cine de los últimos 15 años mencionaría al menos The Passion of the Christ [La Pasión de Cristo], que preparó el camino para la llegada de Noah [Noé] (podéis leer la excelente crítica de Greydanus aquí), Exodus: Gods and Kings [Exodus: Dioses y reyes] y un montón más de películas bíblicas o ambientadas en tiempos bíblicos (unas mejores que otras).

Además, Greydanus tampoco menciona que dos de las más exitosas (y más caras) trilogías, todavía en la memoria reciente, brotaron de la imaginación de J.R.R. Tolkien, quien describió El Señor de los Anillos como “una obra fundamentalmente religiosa y católica”.

Aun así, a la hora de explicar qué tal le va al catolicismo en Hollywood –como tradición viva con sus sacerdotes, sacramentos y vocaciones– a Greydanus no le falta razón. Hay muy poco que celebrar en este aspecto. Ocasionalmente aparecen películas como Warrior o Les Misérables [Los miserables] que retratan la esencia de la fe de forma positiva. Pero en general, Hollywood trata al cristianismo de forma negativa o no lo trata en absoluto. Los cristianos sienten cada vez más que su única opción son fracasos bidimensionales como God’s Not Dead [Dios no está muerto].

Pero aquí surge una segunda cuestión interesante: ¿Por qué deberíamos preocuparnos por lo que Hollywood está haciendo cuando Hollywood está en sus últimas horas?

Derek Thompson escribió un artículo magnífico para The Atlantic sobre por qué 2016 va camino de ser el peor año en asistencia a los cines desde antes de la década de 1920. Como muchas otras industrias, Hollywood está estancado en los viejos hábitos (tal y como demuestra su tratamiento de la religión) cuando vivimos en una era de cambios drásticos. Puede presumir de lo último en efectos especiales, pero como “máquina de secuelas” que tanto se perpetúa como se derrota a sí misma, continúa produciendo descalabros sonados y alejando a los cinéfilos más jóvenes. En pocas palabras, Hollywood está “de bajón creativo”.

La presunción que parece subyacer en la argumentación de Greydanus sería la de que el hecho de que Hollywood se comprometiera más con la fe sería algo bueno, porque ahí es donde está la gente y ahí es donde se forman muchas de las opiniones sobre el mundo.

Pero si Thompson está en lo cierto, la presunción hace aguas por los dos lados: la gente –en especial los jóvenes– va cada vez menos al cine y, si va, en realidad sólo lo hace para animar a su héroe favorito mientras se abre camino a través de otro asalto de explosiones y disparos.

El resultado es que la gente dedica más tiempo a plataformas democratizadas y orientadas al usuario, donde las películas más arriesgadas –incluyendo las que se toman la religión en serio– pueden competir mejor con los taquillazos hollywoodenses.

Greydanus menciona St. Vincent (2014), Calvary (Calvario; 2014) y Des Hommes et des Dieux (De dioses y hombres; 2010) y tres ejemplos de películas indie que presentan la fe católica de forma sustanciosa y positiva. Pero la lista continúa. Está el amable sacerdote de Brooklyn (2015) (en su crítica, Greydanus escribe que Brooklyn presenta la Iglesia como “una institución discreta pero esencial”); el detective que va a misa y el criminal arrepentido en The Drop (La entrega; 2014); el fascinante estudio de carácter en Le métis de Dieu (Lústiger, el cardenal judío; 2013).

También hay que señalartres dramas extranjeros centrados en las monjas (Ida (2013), Marie Heurtin (La historia de Marie Heurtin; 2014) y Les Innocentes (Las inocentes; 2016); documentales soberbios del estudio Grassroots Films (The Human Experience (2008)Child 31 (2012) y la inminente Outcasts); y algunas de Terrence Malick: The Tree of Life (El árbol de la vida; 2011) , To the Wonder (Deberás amar; 2012) y Knight of Cups (2015), además de su próximo estreno sobre el beato Franz Jägerstätter y su documental Voyage of Time (financiada por los Caballeros de Colón).

Con todo esto en marcha en los mundos del cine independiente y extranjero de los últimos años, es difícil sentir mucho desconsuelo sobre la situación de Hollywood. Estos forasteros cinemáticos reflejan retazos de la energía de la Nueva Evangelización, donde pasión, métodos y expresiones renovados pueden reenganchar y recargar las pilas de los cinéfilos desilusionados. Esta relación entre el cine y la fe fuera del Hollywood mainstream no es un mero pie de página en la historia, sino una historia completamente nueva.

Puede que no sea un camino cómodo ni un terreno sencillo, puede que no recauden millones de dólares en ventas de entradas, pero las historias de fe se siguen contando aquí y las siguen contando bien. Y si continúa la tendencia actual, estaríamos hablamos del mismísimo futuro de la producción cinematográfica.

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