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Manfred Deselaers, el sacerdote alemán que decidió vivir a la sombra de Auschwitz

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Ewa Buczek - publicado el 29/07/16

Cuando fue por primera vez a Auschwitz, no podía creer que tales crímenes atroces fueron cometidos por los alemanes. ¿Cómo fue posible si él no había conocido a nadie capaz de hacer esto?

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A primera vista, nos choca la tosca simplicidad de este espacio, unos edificios corrientes hechos de ladrillo rojo y barracas de madera de baja altura. Es difícil creer que esta tierra fuera capaz de absorber una cantidad tan enorme de maldad, de tanto sufrimiento humano.

El antiguo campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau sigue siendo una viva y dolorida herida en la memoria polaca.

Uno de esos lugares que nos recuerda constantemente que la paz no es un regalo para siempre, que necesitamos cultivar la humanidad en nosotros mismos y construir una comunidad de personas de diferentes culturas y creencias.

Con este fin, cerca de Auschwitz se estableció el Centro para el Diálogo y la Oración, que demuestra cada día que el trabajo por la reconciliación es posible.

Durante todo el año se llevan a cabo en este centro reuniones internacionales e interreligiosas, talleres, seminarios, así como jornadas de reflexión, retiros, meditaciones.

Este lugar se impregna de oraciones de personas de diferentes religiones y lenguas. Justo con este centro está relacionado un hombre que con su biografía da un bello ejemplo de cómo construir una comunidad, a pesar de la difícil memoria del pasado – un alemán, que decidió vivir en la sombra del campo nazi, el sacerdote Manfred Deselaers.

El camino que le llevaría a este lugar no era evidente.

El pequeño Manfred se crió en Alemania en una época en la que no se hablaba en las escuelas de la escala de los crímenes nazis.

Aprobó los exámenes de Bachillerato en 1974 y después de un semestre en la facultad de derecho decidió ser voluntario para la organización Acción de Reconciliación – Servicio para la Paz, aunque admite que lo hizo, en busca de una alternativa al servicio militar.

Este proyecto fue creado como una iniciativa popular de los representantes de la iglesia protestante alemana en respuesta a la indiferencia de la sociedad por los crímenes nazis.

Los voluntarios de la Acción fueron enviados a los países devastados por la Segunda Guerra Mundial – en primer lugar a Israel, Polonia y a la Unión Soviética – para ayudar a reconstruir la destrucción, tanto material como espiritual.

Dentro del marco de la preparación para el viaje a Israel, Manfred visitó Auschwitz durante una semana.

Entonces, el joven alemán por primera vez vio la inmensidad del sufrimiento que marcó este lugar, y se quedó en estado de shock.

No podía creer que estos monstruosos crímenes hubieran sido cometidos por los alemanes. ¿Cómo era posible si él no conocía a nadie capaz de hacerlo?

Durante su estancia anual en Israel, donde trabajó en un hogar para niños discapacitados, encontraba a algunos ex prisioneros, que no ocultan su resentimiento hacia él.

Se dio cuenta de que, como miembro de su nación, era ser culpado, de alguna manera, por las víctimas de la guerra como representante de los verdugos alemanes y que debería tratar de vivir con ello.

Cuando acabó los estudios de teología y fue ordenado como sacerdote, decidió viajar a Polonia, aunque temía la reacción de los polacos y no quería que lo tomaran por enemigo, porque viajaba allí sólo para construir puentes con ellos.

Escogió el lugar más difícil: se instaló en Auschwitz y se dedicó a la reconciliación entre Polonia y Alemania y entre los cristianos y judíos, es decir, a la construcción de relaciones, porque, como le dijo a Anna Goc del periódico Tygodnik Powszechny: «Para mí, como alemán, sanear las heridas después de Auschwitz es sanear las relaciones, restablecerlas de nuevo».

-Humildad es la primera palabra que me viene a la mente cuando pienso en el trabajo de Manfred a la sombra de Auschwitz – dice Marta Titaniec, secretaria del Consejo Polaco de los Cristianos y los Judíos, participante activa, desde hace años, en el diálogo entre cristianos y judíos.

– Cuando por culpa de la soberbia, hace 70 años se llevó a cabo el mayor genocidio de la historia humana, tanto gracias a la humildad de Manfred se construye la paz.

Transforma este lugar día a día, y sé que no es fácil, porque ahí es donde las personas se enfrentan con el mal, no sólo con el exterior.

Con Auschwitz le une no sólo el vivir y trabajar ahí, sino también sus considerables logros científicos y de difusión.

Al estudio sobre el fenómeno del mal dedicó varios libros y artículos, incluyendo su tesis doctoral, en la que analiza a Rudolf Höss, comandante del campo, y trata de entender por qué cometió esos actos terribles.

¿Cómo es posible que un hombre criado en una familia católica fuera poseído por la ideología criminal?

La figura de Höss nos enfrenta todo el tiempo con la pregunta: ¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?

Aunque muchos dicen que Dios murió en Auschwitz, el Padre Deselaers en la conversación con Tomasz Królak de KAI dice: «Dios vivió en la dignidad de las personas que estaban aquí. Él creó a cada ser humano a su semejanza – así comienza la Biblia. Cada víctima poseía esta dignidad divina y no se la podía matar. [ … ]

Cuando miro a alguien a la cara, soy responsable de él. Soy responsable ante Dios de lo que hago con este hombre. Me parece que es de lo que Auschwitz habla hasta hoy; de esto está hablando el grito de esta tierra. ¿Qué están gritando las víctimas? «No estaba permitido hacer esto, había que respetarnos».

Con el recuerdo del pasado, el Padre Manfred quiere, sobre todo, construir una mañana mejor.

Nos enseña que debemos cultivar constantemente la sensibilidad de la conciencia, porque en nuestras manos está la responsabilidad de nuestro futuro.

Manfred ayuda a estar en Auschwitz y su presencia en aquel sitio explica lo que es humanamente inexplicable – comenta Marta Titaniec. – En la historia se escribirá que en Auschwitz habían nazis alemanes y Manfred, un sacerdote de Alemania.

Por Ewa Buczek – editora de la revista trimestral „Więź”, [«La Unión»], correctora, coordinadora de proyectos, Miembro del Laboratorio de „Więzi” [«Lazos»], co- fundadora de la revista católica „Dywiz. Pismo katolickie”. Esposa y madre. Ha publicado en, entre otros, la revista „Więzi” [«Lazos»], „W drodze” [«En el camino”], en „Kontakt” [«El Contacto”], en „Tygodnik Powszechny” [«El Semanal Popular”]». Vive en Varsovia.

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Auschwitzhistoriajudaismonazismopoloniareconciliacion
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