Durante la misa de apertura que el martes 26 de julio inauguró oficialmente la JMJ de Cracovia me encuentro con el sacerdote polaco Piotr Żelazko que trabaja en la parroquia en la ciudad de Beer Sheva. A su país natal, Polonia, vino con el grupo de 30 jóvenes procedentes de las parroquias católicas de lengua hebrea en Israel.
El grupo es pequeño, pero muy visible. Por encima de sus cabezas agitan dos grandes banderas de Israel.
Después de la misa, caminamos juntos en dirección al centro de la ciudad. Y con nosotros una colorida multitud de varios miles de jóvenes de todo el mundo, sonrientes y cantantes.
Piotr me dice que en Israel funcionan 5 parroquias católicas de habla hebrea, que en total cuentan con unos 600 fieles.
“Somos la minoría de la minoría, dentro de la minoría. Debido a que en primer lugar el cristianismo en Israel es una pequeña minoría religiosa, en segundo lugar en el conjunto de las comunidades cristianas, el catolicismo también representa aquí una minoría, y en tercer lugar los católicos de habla hebrea son otra minoría. Todos, sin embargo, estamos sujetos al Patriarca Latino de Jerusalén”, explica el sacerdote.
Mientras hablamos, de repente escuchamos un gran ruido. Puedo oír los alegres gritos en hebreo, inglés y árabe…
Resulta que nuestro grupo de Israel se encontró con un grupo de Irak y del Líbano, que mostraba con el mismo orgullo las banderas de sus países. Todo el mundo está sonriendo, se abraza, se saluda, y, finalmente, se hacen fotografías.
Tres banderas: israelí, iraquí y libanesa juntas, todos bajo una sola bandera de la JMJ, que ha unido a las naciones de relaciones difíciles. Un momento muy emotivo.
Piotr está contemplando este hecho con una amplia sonrisa y dice: “Estas imágenes son históricas”.
Esta escena me recordaba a mi reciente conversación con un religioso de Palestina , a quien conocí en Varsovia durante los Días en las Diócesis como parte de la JMJ.
Él también trabaja con los católicos de Tierra Santa y también está sujeto al Patriarcado Latino, salvo que se ocupa de los católicos árabes.
Así que les pido al misionero polaco que me hable de las relaciones de las parroquias de habla hebrea con las parroquias árabes de la Autoridad Nacional Palestina.
“No es fácil, pero nos esforzamos. Nuestro Vicario en nombre del patriarcado enseña en el seminario para los católicos de habla árabe. De esta manera, gracias a él, tenemos un puente natural en estos contactos. Él es de origen judío, pero habla árabe perfectamente. Tiene un montón de amigos árabes y ama el mundo árabe. Además, como sacerdote católico entiende que la fe tiene el poder de unir”, responde el sacerdote Piotr.
Y, como ejemplo, recuerdo la escena, que ambos acabamos de ver: “Aquí, en la JMJ en Polonia nos encontramos con los egipcios, sirios, iraquíes, libaneses y mira que no hay ningún problema”.
“Nos acercamos mutuamente, nos saludamos, nos abrazamos y juntos sacamos fotos con nuestras banderas. De todos modos, en mi parroquia de Beer Sheva también tengo familias cristianas árabes. No tenemos ningún problema con esto, oramos juntos y trabajamos juntos”.
Al final de nuestro encuentro le pregunto, si el cristianismo funciona aquí como elemento de conexión y de rotura de la hostilidad nacional. Piotr responde rápidamente: “Sí, sin duda. Yo creo en ello profundamente. En el cristianismo no hay diferencias políticas, sólo la fe”.
Hoy celebramos a...