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La misionera española más longeva celebra su 110 cumpleaños tocando las castañuelas

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Diócesis de Málaga - publicado el 28/06/16

Lleva en Japón desde 1936 y ha vivido la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki

[Nota del editor: Artículo acualizado el 25 de junio de 2017.]

Victoria de la Cruz García cumple 110 años. Esta religiosa pertenece a la congregación de las Adoratrices y llegó por primera vez a Japón en 1936, donde ha sido testigo de acontecimientos como la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Así lo ha celebrado en Japón, tocando las castañuelas al son de “Que viva España”:

Victoria nació el día de san Juan del año 1907 en la fonda “Andaluza”, propiedad de su abuela paterna, que ocupaba el céntrico edificio de la calle Juan Díaz de Málaga (España) donde actualmente se encuentra el restaurante Trillo.

Hija de Manuela y Francisco, concertino de la Orquesta de Málaga y profesor del Conservatorio, fue la segunda de nueve hermanos y recibió el bautismo en El Sagrario.

Su sobrina Angelita, que sigue viviendo en Málaga, cuenta de ella que era una niña lista y trabajadora, que consiguió estudiar para maestra en la Escuela Normal y que, para sostener a su familia, daba clases particulares a niños de La Caleta.

La familia se trasladó luego a calle Císter y, en 1914, a calle Madre de Dios. Tras unos ejercicios espirituales, decidió que quería ser religiosa adoratriz e ingresó en el noviciado de Guadalajara. 

Ante los sucesos del año 1931, un familiar la sacó del convento y la llevó a Málaga, hecho que vivió con mucha inquietud, deseando regresar a la vida religiosa, como finalmente hizo.

En 1936 fue destinada a Japón, viaje que realizó en barco y que le llevó dos meses. “Desde allí escribía a la familia, pero las cartas tardaban meses en llegar”, cuenta Angelita.

Cuando se inició la Segunda Guerra Mundial, tres años después de su llegada a Tokio, Victoria de la Cruz tuvo que marchar a las montañas de Karuizawa, al norte de la capital, junto a las religiosas de su comunidad.

“Enviaba fotos de cómo se encontraban, con la nieve hasta las rodillas. Lo pasaron muy mal”, recuerda su sobrina.

La propia religiosa, en declaraciones a la agencia AVAN, cuenta: “Estuvimos en las montañas de Karuizawa, lejos de Tokio, con muchísimo frío y poca comida, y pasamos de todo hasta que acabó la guerra y nos marchamos a la ciudad de Yokohama, al sur de la capital“.

La misionera añade: “Me acuerdo perfectamente de los momentos difíciles que pasamos durante la guerra, hasta de lo que comíamos: arroz, poco o mucho. Lo que había”.

Vivimos momentos muy complicados, pero por misericordia de Dios estoy viva y coleando con mis ciento y pico de años y doy gracias a Dios porque además tengo buena salud”, cuenta entre risas.

Misionera y fundadora

Durante sus años como misionera, Victoria de la Cruz ha ejercido su labor en distintos colegios de Japón, recibiendo incluso una condecoración del gobierno japonés y llegando a ser superiora en varias de las comunidades por las que ha pasado.

Ha fundado numerosos centros, como el Colegio de las Adoratrices en la ciudad de Dos Palos, en California, donde residió seis años.

Algunas de las religiosas adoratrices de Málaga han coincidido con Victoria. Es el caso de Mª Pepa, quien afirma de ella que “es una mujer agradabilísima, magnífica”.

“Es extraordinaria –añade Mª Elisa, adoratriz en Madrid-. Se curtió en la Guerra Mundial y después del conflicto, trabajó incansablemente por las jóvenes que, debido a la penuria, emigraban a la ciudad”.

En Málaga sigue viviendo su hermano Fernando, de 95 años, que reside en un centro de mayores, así como varios sobrinos. Su sobrina Angelita nos cuenta que, desde que se marchó, no volvió a Málaga hasta el año 63.

“Aquello fue un acontecimiento en la familia. Su madre lo celebró muchísimo y todos nos alegramos de volver a verla”.

Sus visitas a la familia terminaron en 1981, cuando comenzó a comunicarse exclusivamente por carta. “Escribía divinamente, pero ya hace un año que dejó de hacerlo, seguramente por la edad“, explica su sobrina.

La comunicación entre ellas continúa por teléfono. “Hablamos con frecuencia: por su cumpleaños, en Navidad, en Pascua de Resurrección y el 8 de septiembre, su santo, Día de la Virgen de la Victoria a la que tiene gran devoción”.

Angelita se emociona cuando habla de su tía. “Tiene la misma voz de siempre, tan cantarina. No se olvida de su tierra. Nos dice: «acordaos de mí cuando miréis al Mediterráneo» y yo me meto con ella, diciéndole que es una campeona, la monja más guapa del mundo. Siempre nos prometemos seguir rezando la una por la otra”.

Lee la prensa a diario y toca las castañuelas

Actualmente, Victoria de la Cruz vive en una residencia de religiosas en la ciudad de Kitami, en Tokio, donde existen otras tres comunidades en las que se sigue atendiendo a chicas en situación de necesidad para evitar que caigan en la prostitución.

Las religiosas de las cuatro casas se reúnen “para rezar, participar en las eucaristías y comer juntas”, como ella misma explica.

Su día a día comienza a las cinco y media de la mañana, cuando se levanta. “Duermo bien -cuenta la religiosa-, como de todo o casi todo, y procuro no usar el ascensor. Subo y bajo los escalones”.

Victoria explica sonriente que “antes dedicaba mi labor a atender a otras personas pero ahora no, ahora tengo bastante conmigo misma”.

Afirma ser feliz y no tener ninguna preocupación: “Nada me molesta ni me hace sufrir, estoy muy bien y doy gracias a Dios y a todos”.

Las hermanas adoratrices dan fe de ello: “Es muy alegre, cuenta Mª Elisa, toca las castañuelas tan bien que antiguamente la llamaban hasta de una orquesta en Japón para que les acompañara en los conciertos. Y además, tiene una mente privilegiada, no perdona el hecho de leer la prensa a diario, tanto en inglés como en japonés”.

Escrito por Ana María Medina en la diócesis de Málaga (España) 

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