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Ni siquiera la Iglesia puede juzgar a una persona – y mucho menos condenarla

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Francisco Vêneto - publicado el 13/06/16

Una diferencia crucial, que muchos cristianos ignoran: juzgar algo es posible; juzgar a alguien, no

El Papa Francisco ha sido claro al destacar la “obligatoriedad” del amor fraterno para con todas las personas, si se quiere ser auténtico y no solo cristiano de boquilla. Y el papa no está inventando absolutamente nada: fue nada menos que Jesucristo quien declaró esta obligatoriedad con todo énfasis al afirmar que incluso a los enemigos debemos amarlos y perdonarlos “setenta veces siete” – expresión que quiere decir “sin límites”. De lo contrario, pregunta el propio Cristo, ¿que mérito tenemos?

Esto significa que ningún cristiano tiene el derecho de juzgar ni mucho menos condenar al prójimo.

Nadie.

A nadie.

La propia Iglesia se declara incapaz de juzgar lo que hay en el corazón y en la conciencia de quien quiera que sea: y ella afirma esta imposibilidad claramente en la célebre fórmula “De internis neque Ecclesia”, o sea: “Sobre las realidades internas, ni siquiera la Iglesia (puede juzgar)”.

Solamente Dios conoce lo que hay en el interior de cada conciencia y solamente Él puede juzgarnos (y lo hará).

Existe una gran diferencia, por tanto, entre juzgar a una persona y juzgar actos específicos practicados u omitidos por una persona. Aunque sea humanamente imposible juzgar las intenciones, es perfectamente posible juzgar un acto u omisión concretos y declararlos moralmente buenos, malos o neutros.

Al final, así como es una verdad básica de la fe cristiana que sólo Dios escruta lo íntimo de los corazones y sólo Él puede juzgar las conciencias, también es una verdad básica de la fe cristiana que Dios es Bondad, Verdad, Belleza y Unidad Absoluta – y si Dios es la Referencia de lo que es bueno, verdadero, bello y uno, esto significa que existe, objetivamente, un parámetro absoluto de bondad, verdad, belleza y unidad.

Dicho de otra forma, la verdad, la bondad, la belleza y la unidad no son relativas, como pretende la “elasticidad ética” de la contemporaneidad laica, incoherente e ilógica en la misma formulación de que lo relativo pueda ser parámetro de algo. Es el carácter absoluto de la Verdad, de la Bondad, de la Belleza y de la Unidad lo que constituye la base de la moral. ¿Como decir que algo es bueno si no existe La Bondad?

No se puede juzgar a una persona porque no se sabe lo que hay en su interior, pero se puede juzgar sobre lo que hace, dice o deja de hacer o decir, ya que su actuación es patente. En el cristianismo, esta lógica se traduce en la máxima “Odiar el pecado, pero amar al pecador”. Y en esta lógica, muchos cristianos se descarrían, confundiendo pecador y pecado y juzgando/condenando no actos u omisiones concretas, sino personas, odiándolas en vez de amándolas.

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