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¿Cómo el demonio puede engañarnos con la falsa humildad?

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silvano banfi

Píldoras de fe - publicado el 13/05/16

El demonio se abalanza sobre nuestra falta de conocimiento y degenera la definición que tenemos en nuestras mentes acerca de la humildad

La humildad es una de las virtudes más difíciles de adquirir. Aunque todos sabemos cómo es el orgullo, muy pocos aprendimos a practicar la verdadera humildad.

El demonio se abalanza sobre nuestra falta de conocimiento y degenera la definición que tenemos en nuestras mentes acerca de la humildad, convenciéndonos de que estamos practicando esta virtud aun cuando no estamos ni cerca de hacerlo verdaderamente.

Puede que pensemos que somos humildes, pero en realidad podemos estar alimentando las mentiras del demonio.

Así es como lo explica el escritor Screwtape,

“Debes por lo tanto intentar ocultar de la paciencia el verdadero fin de la humildad. Deja que sea visto como un olvido propio pero también como una especie de opinión (más específicamente, una opinión baja) de los muchos talentos y habilidades que poseemos… Por medio de este método, miles de humanos han sido traídos a pensar que la humildad es como una mujer bonita intentando pensar que es fea o un hombre listo intentando creer que es un tonto… [Dios, por el contrario,] prefiere que el hombre piense en sí mismo como un gran arquitecto o un gran poeta que luego se olvida de ello, en lugar de que éste pase mucho tiempo y padezca muchos sufrimientos tratando de verse a sí mismo como el malo” (71-72, énfasis añadido).

A menudo pensamos que estamos siendo humildes cuando en realidad nos estamos poniendo justo al frente de otras personas y le estamos diciendo a todos cuán terribles somos. Eso no es humildad. Dios sabe cuán hermosos y talentosos somos y desea que usemos estos dones para Su inmensa gloria. Somos preciados a Sus ojos y Él no desea nunca negar el trabajo que Él ha hecho con nosotros.

¿Cómo definimos la humildad?

He aquí algunos ejemplos de la verdadera humildad tal y como fue expresada por Jesucristo, el Ejemplo de Humildad:

“Jesús les contestó: «Mi doctrina no viene de mí, sino del que me ha enviado. El que haga la voluntad de Dios conocerá si mi doctrina viene de él o si hablo por mi propia cuenta. El que habla en nombre propio busca su propia gloria. Pero el que busca la gloria del que lo ha enviado, ése es un hombre sin maldad y que dice la verdad»”. (Juan 7,16-18)

“Y añadió: «Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado. El que me ha enviado está conmigo y no me deja nunca solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él»”. (Juan 8,28-29)

“El que me rechaza y no recibe mi palabra ya tiene quien lo juzgue: la misma palabra que yo he hablado lo condenará el último día. Porque yo no he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre, al enviarme, me ha mandado lo que debo decir y cómo lo debo decir. Yo sé que su mandato es vida eterna, y yo entrego mi mensaje tal como me lo mandó el Padre»”. (Juan 12,48-50)

Como podemos ver de las palabras de Jesús, la humildad consiste en no negar las bondades que cada uno posee o los talentos que ha recibido sino en reconocerlos como fuente verdadera de todo lo bueno.

Screwtape confirma esto cuando escribe:

“El Enemigo [Dios] quiere que el hombre sea atraído a un estado mental en el que él podría diseñar la mejor catedral del mundo, y saber que es la mejor, y regocijarse en ese hecho… el Enemigo quiere que ese hombre, al final, sea libre de cualquier prejuicio en su contra para que se regocije tanto en sus propios talentos como en los talentos de su vecino franca y graciosamente – o en un amanecer, un elefante o en una cascada. Él quiere que cada hombre, en el largo plazo, sea capaz de reconocer a todas las criaturas (incluso a él mismo) como cosas gloriosas y excelentes”. (71, énfasis añadido)

Humildad no es “buuu soy yo”. Es conocer la belleza y la gloria de Dios y verlas reveladas en nosotros mismos y en nuestro vecino. Cuando alguien nos halaga, nuestra disposición debería de ser hacia la alegría, redireccionando el honor a Dios quien nos ha dado todo.

Humildad no es una virtud deprimente sino que debe llevar a la alegría y elevarnos fuera de nosotros mismos para que podamos enfocarnos en Dios.

Practica la verdadera humildad y se agradecido por los dones que Dios te ha dado.

Por Philip Kosloski
Adaptación y traducción al español por María Vanegas

Artículo publicado por pildorasdefe.net

Tags:
demoniohumildadvalores
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