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¿Cómo sería el día si empezara con una oración?

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Dwight Longenecker - publicado el 18/03/16

El maquinista con su sonrisa y oración trae lo sobrenatural al mundo natural

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Hace algún tiempo recibí un correo electrónico de un anciano inglés que me contó una historia:

“Cuando empecé a trabajar en el banco en la década de 1960, cada lunes por la mañana al comenzar el trabajo el jefe de mi equipo nos reunía en la sala de conferencias y cerraba cada reunión con este recordatorio: ‘Caballeros, recuerden que su trabajo aquí es sencillo. Están aquí para servir a nuestros clientes y nuestros accionistas. Han de ser buenos y sabios administradores de su dinero. Por ello, recibirán una paga justa más beneficios, pero recuerden que están aquí para servirles a ellos y no a ustedes mismos’. A continuación guiaba al equipo en un Padrenuestro”.

Mi colega de correspondencia señaló que el sencillo acto de comenzar la semana con una oración ayudaba a todos a priorizar su trabajo. Claro, estaban ahí para servir a los clientes, pero su mayor propósito en la vida era el de servir no al rey de los clientes, sino al Rey de Reyes.

Servir a los demás en su negocio, por tanto, pasó a ser parte de su vocación cristiana.

¿Cómo sería nuestro mundo si el ideal del servicio inspirado en la oración fuera universal?

Veo a tantísimas personas infelices que viven absortas en sí mismas… ¿Qué libertad experimentarían si tan sólo cambiaran el enfoque, quitarlo de sí mismos para servir a los demás?

Menuda transformación tendría lugar en nuestras parroquias, nuestras familias y nuestra propia vida personal si tan sólo cambiáramos el servirnos de a mí y para mí mismo para servir a los demás.

¿Crees que suena absurdo?

Me encontraba en un tren abarrotado que salía de la estación de Paddington de Londres, cuando una alegre voz con acento indio nos habló desde el interfono diciendo: “Buenas tardes, señoras y señores. Al habla el maquinista del tren. Les doy la bienvenida a este tren y espero que tengan un viaje rápido y agradable. Ahora digamos unas palabras de oración para pedir la bendición de Dios por la seguridad de nuestro viaje”.

Para sorpresa y deleite de la mayoría de los pasajeros, procedió a recitar una oración breve e informal.

Pero lo que fue verdaderamente sorprendente es que muchos de los viajeros dejaron de hacer lo que sea que hicieran e inclinaron sus cabezas para rezar.

Aquel maquinista de trenes cumplió con su servicio con una oración y así trajo el mundo sobrenatural al natural. Sin la dimensión sobrenatural, nuestra atención al cliente es simplemente una táctica para mejorar el negocio y para hacer más dinero.

Cuando añadimos la dimensión espiritual al servicio, ofrecemos una conexión con una motivación y un significado más profundos. Atendemos y servimos a los demás —incluso siendo camareros y camareras o reponedores y reponedoras de almacén o trabajando en el sector servicios— como parte de una conciencia más profunda que reconoce el valor eterno de todas las personas y de cada pequeño acto de servicio, de la importancia de cualquier gesto de ayuda y amabilidad.

La religión no es real si no es cotidiana y es en nuestras vidas cotidianas donde la vida extraordinaria de la gracia brota y se hace real.

La oración y el servicio en la vida diaria hacen real el principio del Evangelio que dice que hemos de amar a Dios y amar al prójimo.

Estos dos, según nos enseña Jesús, son los mandamientos más grandes y todas las demás normas y regulaciones refieren a estas dos y se derivan de estas dos.

El problema es que no puedo hacerlo yo solo, ni tampoco podéis vosotros; nuestra configuración de fábrica es egocéntrica, gracias al pecado original.

La única forma de reconquistar nuestro sitio es trabajar de dentro a fuera y la única forma que podemos cambiar es desde nuestro interior, a través de una infusión sobrenatural de gracia.

La única forma para que esto suceda es acercándose a Dios, y la única forma de hacerlo es a través de la oración, la penitencia, el sacrificio, la autodisciplina y la devoción.

Reuniendo todas estas acciones sobrenaturales en nosotros, allá donde estemos, incluso en el lugar de trabajo.

El banquero cristiano y el maquinista de tren en Inglaterra, ambos llevaban la simple dignidad de su fe y la aplicaban al servicio a los demás.

Piensa en lo que este mundo codicioso, egocéntrico y agresivo podría cambiar si todos hiciéramos lo mismo.

Piensa en cómo los grandes banqueros y financieros podrían cambiar si cada día empezaran con una oración, o cómo los congresos y parlamentos del mundo podrían cambiar si cada político empezara su día con una oración y una promesa de servicio.

Piensa en cómo cada restaurante, cada pequeña tienda, cada escuela, universidad y cada industria podrían cambiar si todos los días comenzaran con un servicio informado por la oración.

Piensa en cómo podría cambiar tu propia vida si hicieras lo mismo.

En este mundo cada vez más secular, tal vez no siempre sea posible rezar en público, pero también puedes hacerlo en privado, y ese sería un buen comienzo.

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