“Hermosa, grande, bonita, más linda. Va a tener muchas más cosas”, dijo emocionada y sonriente una de las futuras alumnas de la primera escuela pública sustentable de América Latina.
“Creo que el techo estará hecho con botellas de vidrio, va a reflejar la luz y va a haber muchos colores (…) La escuela va a ser grande, muy bonita, con más energía”, señaló otro de los niños en un video promocional.
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Jaureguiberry, una localidad situada a 80 kilómetros de Montevideo y con una población de 500 habitantes, será el lugar que reciba esta novedosa escuela, que pretende acoger a más de 100 niños todos los años.
La comunidad podrá convivir con la reutilización de residuos, aprovechar recursos naturales y también expresar respeto hacia el medioambiente.
Se trata de un proyecto de la organización uruguaya sin fines de lucro, Tagma, que trabaja de forma voluntaria para construir espacios sustentables junto al arquitecto estadounidense Michael Reynolds, fundador de Earthship Biotecture (empresa dedicada a construcciones autosustentables).
Un equipo de esta empresa llegará a Uruguay. Unos 40 voluntarios y 100 inscriptos a la Academia Earthsip provenientes de todo el mundo colaborarán durante siete semanas en la construcción, según indica el sitio web del proyecto.
Prevén empezar a construir el edificio los primeros días de febrero y 270 metros cuadrados. En ese sentido, se destinarán 2.000 neumáticos, 5000 botellas de vidrio, 8.000 latas, 2.000 metros cuadrados de cartón.
Al tratarse de un proyecto autosustentable el objetivo es que el propio edifico pueda proveerse de recursos como agua potable y energía, según expresó su promotor en Uruguay, Martín Espósito, en diálogo con el portal local El Observador.
Para ello contará con paneles solares, probablemente algún molino de viento y un sistema preparado para reutilizar agua de lluvia.
Espósito reconoció que la idea surgió luego de ver un documental sobre la propuesta del “guerrero de la basura” (Reynolds) y tras ponerse en contacto con la empresa se logró la colaboración de capitales privados para la construcción. Además, es un emprendimiento que cuenta con el total respaldo de las autoridades educativas locales.
Comunidad integrada
El proyecto tendrá como punto de innovación el hecho de involucrar a la comunidad en la vida del nuevo centro educativo. Desde hace tiempo se están realizando talleres sobre temas ambientales con vecinos, niños y maestros.
Durante la instancia, que permite el intercambio entre los integrantes de la comunidad, se trata el alcance de la obra, métodos constructivos, selección de desechos, entre otras cosas.
Según enfatiza el sitio web del proyecto, “a través de este enfoque participativo, se busca contribuir a la comprensión de lo que será y representará esta nueva escuela”.
“La gente siente asombro por un lado y orgullo por otro porque es algo único que va a pasar acá”, señaló uno de los pobladores locales.
Por otro lado, los padres de los futuros alumnos también se expresaron a favor del proyecto. “Va a ser una fiesta, será como un aire nuevo”, expresó uno.
“Entre todos ayudamos para que salga todo lo mejor posible”, sentenció otra madre.
Estiman que la obra quede pronta en el próximo mes de marzo para recibir a los alumnos en el inicio del nuevo año lectivo en esta zona del continente.
“Que la gente agarre botellas y que las reciclen, como nosotros lo hacemos con la escuela”, aconsejó una de las niñas.