A las cuestiones geopolíticas por el dominio de la zona, se unen motivaciones religiosas. El futuro del Islam pasa, sin duda, por una redefinición que nazca del propio mundo islámico. Especialmente por distanciarse de radicalismos violentos sin titubeos.
Una definición que debe pasar por resolver la relación entre religión y política, tan estrechamente unidos. Unas formas de gobierno respetuosas con la tradición pero que a la vez puedan acompasarse con la evolución de sus sociedades. Evitando tanto el fundamentalismo como el laicismo.
Entre 1860-1950, a la asimilación de modos occidentales de gobierno, a la interpretación del Corán con libertad y sentido común, ha seguido la tendencia contraria. Una cerrazón cuyo origen proviene del fundamentalismo sunnita y wahabita de Arabia Saudita y de Qatar. Cuyas tendencias se extienden por los mismos canales donde corren enormes inversiones de capital internacional. Financiando mezquitas majestuosas por todo el mundo que difunden esta visión.
se trata de un fenómeno que afecta profundamente a los modos de practicar y vivir el Islam entre sus gentes, que se ven sostenidas a cambio de secundar el Islam de corte saudí. Una corriente que, en extremo, lleva a gobiernos como los de ISIS y que posee una fuerte voluntad de controlar los destinos de Siria, del Líbano, de Irak, de Egipto, numerosos países africanos, Malasia, Indonesia, Filipinas, etc. Sólo Irán podría contrarrestar esta tendencia.
Irán chiita o Arabia sunnita, el problema radica en las tendencias radicalizadas. Jomeini e Irán han sido, durante décadas, imagen de un Islam integrista. Sin embargo hoy puede decirse que el islam chiita está más abierto al espíritu crítico que el wahabismo. A pesar de ser minoritarios, sus imames están formados en asuntos culturales diversos.
Tal y como explica el padre Samir Khalil Samir, ISIS no es un movimiento que ha nacido por generación espontánea. Sino la consecuencia directa de aplicar las enseñanzas wahabitas, difundidas a través de muchas universidades islámicas. Un tipo de enseñanzas que nutren los planteamientos yihadistas. El Islam de corte wahabita es totalizante. No posee una visión amplia y tolerante del Islam e ignora el pensamiento moderno.
Desde Occidente, se contempla el mundo musulmán como un gigante desconocido y amenazador. Sin embargo, las transacciones económicas y los intereses geopolíticos le reportan enormes beneficios. No se trataría de occidentalizar el Islam, sino de tender puentes con aquellas corrientes y voces que tratan de discernir e incorporar lo positivo de la modernidad. Una tarea que resulta urgente.
La Iglesia Católica está tendiendo puentes al diálogo con el mundo islámico. Conscientes de la situación, en 2008 el Foro Católico-Musulmán compuesto por el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y una delegación de los 138 signatarios musulmanes trabajó para dar respuesta a estas cuestiones. “Fundamentos Teológicos y Espirituales” y “Dignidad Humana y Respeto Mutuo” fueron los dos focos en los que se centró el trabajo, cuyo resultado fue el documento “Una palabra común”.
Entre los puntos más destacados debe mencionarse el compromiso explícito a establecer un comité permanente católico-musulmán que ofrezca respuestas a conflictos y situaciones de emergencia. Especialmente en un mundo secularizado, donde la religión se concibe como un problema, más que como solución. El repudio de cualquier forma de opresión o acto violento practicado en nombre de dios y el respeto a las minorías religiosas, sus prácticas y los símbolos sagrados que las representan.