El pasado 11 de diciembre se estrenaba a nivel mundial el largometraje The Ridiculous 6, una producción de la cadena de televisión Netflix. Lo verdaderamente novedoso no era la película, ni la propuesta, ni el resultado, sino que un canal de televisión de pago por Internet como Netflix se arriesgara a poner en marcha un largometraje de este calibre. La campaña publicitaria fue abrumadora para un producto de estas características y aunque el film no haya gustado demasiado y haya cosechado unas críticas bastante negativas el negocio para Netflix estaba hecho antes de que se emitiera un solo plano.
The Ridiculous 6 es un proyecto personal del actor cómico Adam Sandler. En un principio iba a ser una película para estrenar en salas comerciales con el respaldo de Warner Bros. Sin embargo, conforme el proyecto iba tomando forma los estudios fueron perdiendo confianza y decidieron abandonarlo y fue entonces cuando entró en escena Netflix. Y aquí cambió todo porque ya no sería un film para estrenar en cines sino para exhibirlo a través de Internet. Este cambio supuso un gran inconveniente ya que debía ser una película más barata, pero también tendrían una gran ventaja, sus creadores gozarían de más libertad. Puede que fuera esto último lo que provocó que, una película que podría haber sido realmente divertida, terminara siendo un fiasco.
Sandler reunió a los suyos para sacar adelante The Ridiculous 6. Llamó al guionista Tim Herlihy (escritor habitual de las películas menos afortunadas de Sandler como Terminagolf, Un papá genial o Pixels) y al director Frank Coraci, autor de títulos como Zooloco o Peso pesado. Esperar cualquier cosa que no fuera una cinta de humor grueso era en el fondo hacerse falsas ilusiones y en ese sentido, The Ridiculous 6 no defrauda. Ante semejante sucesión de chistes de diferente grosor e intensidad obviamente alguno terminará haciendo gracia a alguien. Es cuestión de pura probabilidad más que de ingenio.
Lo peor que tiene The Ridiculous 6 es que para ser tan tonta dura demasiado, eso para empezar. Dos horas de sandeces son muchas horas. El segundo gran error de esta película es que no tiene gracia y casi tampoco guion, por lo que al final importa muy poco qué pasa y a quién le pasan las cosas. Y el tercer gran error es que The Ridiculous 6, que partía como una parodia del western no entiende (ni se preocupa) que para reírse bien de algo primero hay que conocerlo y después respetarlo. La película de Coraci se toma el género a chufla y lo convierte en un circo decadente sin el menor atisbo de humor y plagado de insensateces.
Habrá, no obstante, quien defienda el humor de The Ridiculous 6 como una apuesta independiente arriesgada e irreverente, como lo fue años atrás el humor (también criticado) de humoristas hoy clásicos como John Belushi, Dan Aykroyd, Steve Martin, Martin Short, Harold Ramis o Chevy Chase. Puede ser, lo que pasa es que detrás de estas viejas glorias del humor destartalado de los 70 y 80 había gente como John Landis que sabía cómo y de qué manera ser irreverente frente a una cámara de cine y además siendo gracioso. En realidad esa es la gran diferencia, que Coraci no es Landis.