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Hinduismo para dummies

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Juan Daniel Escobar Soriano - publicado el 30/11/15

Muchas veces, lo poco que conocemos del hinduismo en Occidente llega deformado por las sectas que dicen tener su origen en él

Muchas sectas y movimientos religiosos dicen tener su raíz en el Hinduismo. Algunos de ellos han estado implicados en fraudulentos negocios, otros tienen conexiones en movimientos extremistas políticos y económicos supranacionales.

También hay grupos que exigen a la persona que ingresa romper con sus vínculos familiares y sociales, provocando con esto, la explotación, manipulación y, en algunos casos, la destrucción y el deterioro profundo de la personalidad de la persona[1].

Lo anterior ha llevado a que muchas personas tengan una visión deformada del Hinduismo e incluso reaccionen de una forma defensiva ante esta religión.

Sin embargo, lo que presentan los grupos anteriormente señalados no es el verdadero Hinduismo.

La palabra “Hinduismo” surge en el siglo XIX, procede de persa “Hindu” y el sánscrito “Sindhu”, y podríamos traducirlo como “Río”. Esta palabra designa a todos los pueblos del valle del Indo[2].

Desde el punto de vista religioso, el término “Hinduismo” sirvió para darle un nombre a la gran cantidad de las distintas formas religiosas que encontramos en lo que hoy conocemos como la India.

El Hinduismo difiere considerablemente de las grandes religiones conocidas, ya que no tiene un fundador conocido como Jesús, Buda, Mahoma, tampoco posee un texto sagrado que acapare la exclusividad doctrinal como lo son la Biblia o el Corán.

Sin embargo posee una gran producción literaria a la cual se le atribuye de una u otra manera una inspiración divina. Estas diferencias, también las encontramos en cuanto a la creencia en Dios o dioses.

En sus orígenes, lo que hoy podemos llamar Hinduismo, poseía una mitología muy elaborada, donde no tenía cabida la teología.

Pareciera ser que para los sacerdotes, poetas de los primeros tiempos, el mito era la forma de captar la realidad y es por esto que los dioses primitivos aparecen como excesivamente fluidos e inaprensibles, desafiando todo intento de clasificación desde cualquier punto de vista, sea regional, ritualista o funcional[3].

En una segunda etapa nos encontramos con cinco cultos centrados respectivamente en torno a las divinidades: “Surya”, “Genesha”, “Vishnu”, “Shiva” y Sharkti”.

Posteriormente estos cinco cultos no fueron considerados como absolutos e independientes entre sí, sino como escalones de una escala religiosa única.

Dentro de esta perspectiva podemos referirnos a la “Trimurti” (tres formas) compuesta por los dioses “Brahma”, “Vishnu” y “Shiva”.

Otra característica atípica del Hinduismo, es que no existen dogmas. Lo que nos lleva a que no podemos afirmar: “El Hinduismo dice…”, sino que tendríamos que decir: “La Escuela hindu tanto, dice…” .

Un gran conocedor de esta religión fue el filósofo, teólogo y científico Raimundo Panikkar (1910 – 2010), el cual decía que lo único coherente en el Hinduismo es su incoherencia”.

Como no hay dogmas no pueden haber imposiciones. El verdadero “Gurú” (Maestro espiritual), invita a sus discípulos a instruirlos en el saber védico, y en las ciencias auxiliares de ese saber.

En la India, la religión, filosofía, ciencia u oficio tradicional, son enseñados por “Maestros”, teniendo las características de “iniciaciones”, desde hace milenios son transmitidas en forma oral, “de boca a oído”.

Donde más se notan estos aspectos, es en el verdadero “Yoga”.

Esta palabra procede de la raíz sánscrita “Yug”: “ligar”, “mantener oprimido”, “poner bajo el yugo”, de donde se derivan también las palabras en latín “Jungere” y “jugum”.

El término “Yoga” sirve para designar toda técnica de ascesis y cualquier método de meditación. Evidentemente, estas ascesis y meditaciones han sido valoradas en forma diferente por las múltiples formas de pensamiento y movimientos místicos de la India[4].

Muchos católicos se sienten atraídos a practicar algunos tipos de yoga que se muestran en Occidente, incluso creen que son eficaces ayudas en el desarrollo de su vida personal y cristiana.




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Muchos piensan que si dejamos solo las técnicas y quitamos el aspecto doctrinal y el objetivo final del verdadero yoga no habría mayores problemas, pero esto último nos deja un interrogante: ¿Por qué no redescubrir en nuestra Iglesia la larga y riquísima lista de técnicas de oración y meditación que nos han dejado nuestros grandes místicos y que han acompañado la historia de la plegaria cristiana?[5].

La figura de Gandhi

El Padre de la India e Hinduismo contemporáneo es Mohandas Karamchad Gandhi, más conocido como “Mahatma” (Alma Grande) habló así sobre el Hinduismo:

No es una religión exclusiva. En ella hay campo para adorar a todos los

            Profetas del mundo. No es una religión misionera en el sentido ordinario del

            Término. Sin duda, ha absorbido muchas tribus en su seno, pero esta absorción

            ha sido de un carácter evolutivo e imperceptible. El Hinduismo le dice a cada

            hombre que adore a Dios de acuerdo a su propia fe, y así vive en paz con todas

            las religiones[6] .

Gandhi, al igual que otros importantes hindúes de su tiempo, estudió el cristianismo, siendo el Sermón de la Montaña, el texto que según sus propias palabras, le llegó derecho al corazón.

Todo lo que allí encontró y que tocaba su conciencia lo aceptada, y así intentó lograr una unificación de las enseñanzas del libro sagrado hindú “Bhagavad Gita” y el Sermón de la Montaña que encontramos en Mt 5.

Sinceramente pensamos que las enseñanzas que nos trae Mateo en este Capítulo, Gandhi las introdujo en el Hinduismo, en especial a todo lo referente a su filosofía de la no violencia, como así mismo en cuanto a crear conciencia entre los hindúes, en la eliminación de lo que él llamó la maldición de la intocabilidad[7].




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Gandhi, tenía gran respeto, admiración y veneración por Jesús de Nazaret, el Cristo. Hablando sobre Jesús, comentó:

“Estoy seguro de que si Él viviera ahora entre los hombres, bendeciría las vidas

            de muchos que quizás jamás han oído siquiera Su nombre…tal como está escrito.

            “No todo aquél que me dice Señor Señor …sino aquel que hace la voluntad de mi

            Padre”. En la lección de Su propia vida, Jesús dio a la humanidad el magnífico

            propósito y el simple objetivo hacia el cual todos nosotros debemos aspirar. Yo

            creo que Él no solo pertenece al cristianismo, sino a todo el mundo, a toda la

            tierra y razas”[8].

La Declaración Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, del Concilio Vaticano II, dice que la Iglesia:

“…exhorta a sus hijos  a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y

            colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida

            cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y

            morales, así, así como los valores socio-culturales que en ellos existen[9].

Como podemos ver, el Hinduismo verdadero, difiere considerablemente del que nos presentan seudo maestros y sectas que dicen proceder de la India, ya que nos deforman enseñanzas y doctrinas que debemos respetar e incluso valorar.

Frente al verdadero Hinduismo, podemos concluir:

“La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero”[10].

[1] Cf. J. Escobar, Hinduismo y Cristianismo: Diálogo con un Monje Hindu Contemporáneo (Valparaíso 2005), I.

[2] Cf. www.hinduismo.idoneos.com (24. 11. 015.).

[3] Cf. R. Dandekar, Historia Religiorum (Madrid 1973) Vol. II., 280

[4] Cf. M. Eliade, Yoga, Inmortalidad y Libertad (Buenos Aires 1958), 21.

[5] Cf. J. Escobar, O.cit., 155.

[6] Cf. P. Yogananda, Autobiography of a Yogi (California 1985), 510 (La traducción es nuestra).

[7] Cf. J. Escobar, O.cit., 50.

[8] P. Yogananda, O.cit., 511. (La traducción es nuestra).

[9] NAE, 3.

[10] NAE, 2.

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