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Jerusalén: ¿tierra judía prometida o tierra palestina ocupada?

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AFP

Renée Hannah Hattar - publicado el 25/10/15

Hay un tercer punto de vista a menudo ignorado en el conflicto: el de los cristianos que durante siglos habían vivido en paz en la Ciudad Santa

En el 1948, el pueblo judío sin tierra buscando una tierra sin pueblo logró fundar su Estado. Pero por desgracia, este mismo pueblo que fue atormentado por el holocausto de los Nazis cometió también el mismo error cuando el movimiento sionista decidió ocupar la tierra de Palestina ya habitada por un pueblo árabe que contaba con cristianos, musulmanes y judíos, todos hablando la lengua árabe como lengua materna y viviendo bajo una ocupación británica que mantenía Jerusalén como una ciudad internacional y permitía acceso a toda peregrinación de miembros de las tres religiones para visitar la ciudad santa.

Desde el punto de vista occidental de muchos políticos, movimientos y medios de comunicación, existe un conflicto en Israel entre los árabes (musulmanes) y los israelíes (judíos) que causa tantos enfrentamientos porque los judíos israelíes intentan defenderse ante los ataques terroristas de los palestinos musulmanes. Muchos apoyan la idea de que fundar un Estado judío en Palestina es legítimo, y por tanto no se considera como ocupación.

Pero la realidad de las cosas también se tiene que considerar desde el punto de vista de los árabes, con sus muchos detalles que no siempre transmiten los medios de comunicación.

Con la primera guerra mundial, los grandes poderes, Gran Bretaña y Francia, y según los acuerdos de Sykes-Picot, tenían la intención de repartir el mundo árabe en países pequeños y manejables para aprovechar tanto sus riquezas y recursos naturales como de su ubicación geográfica. Esto coincidió con la promesa de un hogar nacional judío en la tierra de Palestina, según la famosa Declaración Balfour. Todo ello resultó en las fronteras y los países actuales del mundo árabe y la fundación de un Estado judío sobre la tierra de Palestina.

La fundación del Estado de Israel marcó el comienzo de una nueva época de guerras, frustraciones y cambios radicales en los países árabes. Un Estado político que tomó la religión como su fundamento, en una tierra donde la diversidad religiosa ha formado una parte muy importante en la sociedad y la vida de los medio-orientales, y donde las fronteras de estados modernos según este nuevo mapa no tenían importancia porque ya estaban marcadas por las lenguas, dialectos y religiones. Los pueblos orientales no tenían necesidad de marcar sus fronteras o de tener miedo a sus vecinos.

El Estado de Israel organizó un movimiento significativo que se realizó gradualmente bajo el nombre de “Alfombra Mágica”, que llamó a todos los judíos del mundo entero, incluso del mundo árabe, a inmigrar al nuevo Estado. Este movimiento causó un desequilibrio demográfico en cuanto a las religiones en el mundo árabe e hizo perder a muchos países árabes unos de sus mejores artistas, hombres de negocios, científicos e intelectuales, además de crear un resentimiento árabe general hacia la religión judía, y no solamente hacia los sionistas y lo que representan políticamente.

Los grandes números de refugiados palestinos que resultaron desde la fundación de este Estado y que viven en campos de refugiados supera los cinco millones según las cifras de UNRWA, pero si calculamos las cifras de todos los refugiados que salieron de Palestina y cuyos hijos ya son nacionalizados en otros países, entonces los números serán muy difícil de calcular después de varias generaciones.

La ciudad de Jerusalén tiene lugares santos valorados por los seguidores del Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Su valor histórico siempre estaba conectado con el tema religioso. Los miembros de estas tres religiones han convivido juntos en paz durante siglos. Las manifestaciones de esta convivencia son numerosas y llegan más a nuestros oídos por la cultura oral basada en la experiencia de las personas, como por ejemplo, que la custodia de las llaves del Santo Sepulcro la tiene una familia musulmana siguiendo una tradición antigua que remonta a la época islámica, o que la persona que despierta a los musulmanes durante el Ramadan (musahhir) en la ciudad de Acre es un cristiano, o que las familias musulmanas palestinas en ciudades como Jaffa preparaban un árbol de Navidad y colorean los huevos de Pascua en sus casas para celebrar estas fiestas con sus vecinos cristianos.

La resistencia contra lo que todos los árabes consideran una ocupación israelí empezó por árabes tanto cristianos como musulmanes que intentaban liberar su tierra, pero por desgracia la resistencia tomó un sesgo islamista por parte de los políticos y sobre todo después de la fundación del movimiento Hamas. Para muchos árabes eso hizo mucho daño a la causa y dio una imagen que sirvió a los intereses de los israelíes, puesto que la nueva resistencia retrataba a la causa palestina como “terrorismo islamista”.

No se puede olvidar que los cristianos en tierra santa son también árabes y palestinos, eso quiere decir que han sufrido como cualquier otro palestino la ocupación de su tierra, una emigración forzada, la injusticia y la persecución. Los palestinos cristianos defienden su causa igual que los musulmanes, por eso no se trata de un simple conflicto entre islamistas y judíos.

¿Existe una solución para esta situación que no ha parado de empeorar desde el año 1948 hasta nuestros días? Hemos visto el fracaso de los varios procesos de paz sabiendo que los palestinos no se interesan en firmar la paz con un Estado que opera una limpieza étnica contra ellos tanto en Gaza como en otras ciudades, que detiene a los palestinos jóvenes menores de edad en sus cárceles y que encierra a familias enteras dentro del muro que ha construido bajo silencio mundial para impedir que salgan a trabajar.

¿Se puede convertir Jerusalén en una ciudad internacional bajo soberanía de la ONU?

El asunto no es tan simple, puesto que realizar un tal estatuto implicaría, a nuestro juicio, considerar varios puntos:

1-La aprobación de los israelíes a ceder su soberanía sobre la ciudad; algo que suena imposible considerando que es la capital del Estado.

2-Desde el punto de vista práctico es muy difícil tener la capital de los dos Estados, el israelí y el palestino, en la misma ciudad, porque implicaría tener un gobierno con dos administraciones.

3- Esta solución implicaría convencer a los israelíes que detuvieran todos los proyectos de la reconstrucción del Templo de Salomón, puesto que consideran que su ubicación debe remplazar la mezquita de al-Aqsa y la Cúpula de la Roca, los dos lugares más sagrados para los musulmanes en esta ciudad.

4-El Estado de Israel debería presentar garantías a la comunidad internacional de respetar y cuidar de los lugares santos y no permitir que ninguna iglesia ni mezquita sufra ningún acto de vandalismo, como ya ha pasado varias veces durante los últimos dos años.

5-Aplicar la ley del “derecho al retorno” de todos los palestinos de Jerusalén según las resoluciones 194 y 3236 de la ONU; una ley que Israel siempre denegaba.

6-Las consecuencias de la política israelí de opresión en las demás ciudades tendrían su eco en Jerusalén, y los sentimientos de injusticia que tienen los palestinos árabes hacia esta opresión y hacia la política internacional en cuanto a su situación impedirían vivir en paz y evitar futuros conflictos. A menos que la comunidad internacional empiece a presionar a los israelíes para aplicar las leyes internacionales de derechos humanos.

7-Despues de tantos años sería un milagro que cambiara la postura del pueblo palestino; que se abandonara la resistencia hacia el opresor ocupante y se considerara un conflicto que se puede reconciliar.

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