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La Nueva Era ¿también dentro de la Iglesia?

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Miguel Pastorino - publicado el 08/10/15

Muchos cristianos, fascinados con novelas como las de P. Coelho, o los libros de Bryan Weiss han comenzado, sin pretenderlo, a cambiar aspectos fundamentales de la fe.

La “New Age” (Nueva Era) no es una secta, no, ni una religión. Es, más bien, una vaga, dilatada e imprecisa corriente sociocultural, en que confluyen, acríticamente y sin ánimo de concierto, una caterva de ingredientes provenientes de las más diversas fuentes: religiones tradicionales, magia, terapias alternativas, gnosticismo, ocultismo, psicología transpersonal, espiritismo, física cuántica, ecología, meditación, yoga, ovnis, pensamiento positivo, teosofía, místicos y maestros espirituales de todas las tradiciones religiosas.

Es frente a este panorama que el ecléctico consumidor de la Nueva Era, ávido de experiencias espirituales, alérgico a toda manifestación espiritual que implique vínculos o compromisos institucionales, adopta y escoge los elementos que mejor se avengan con sus deseos o búsquedas personales.

Dilatada y cambiante, sin fundadores concretos y visibles, sin expresiones sociales y programáticas orgánicas, la Nueva Era evoluciona calladamente, propagándose en la intimidad y multiplicación de cursos, artículos ocasionales, revistas, libros, talleres, seminarios, gurús, conferencistas y a través de un extendido tejido de grupos pseudorreligiosos y sectas. Sus ideas y prácticas, su literatura y “espiritualidad” van penetrando también los poros de las grandes religiones e iglesias históricas.

Una espiritualidad de mercado

En esta corriente cada cual se siente libre de incorporar a su personal credo aquellas vivencias, prácticas y ofertas que considere convenientes, ya sin instituciones ni mediaciones que se interpongan en el camino. La “New Age” no acepta ninguna verdad que esté fuera del ámbito de la propia experiencia subjetiva. Una libertad que deriva en el dogmatismo de la pura subjetividad: “lo que a mí me gusta, lo que yo siento… porque a mí me gusta, porque yo lo siento así”. Mera intimidad de sensaciones placenteras. Una “espiritualidad” que no sólo no une, sino que nos aleja cada vez más a unos de otros, que nos va encerrando a cada cual en un recóndito y esotérico ego, donde ya no hay lugar para el “molesto prójimo”. Una espiritualidad acorde a la mentalidad consumista donde no queda tiempo para mirar al otro, tan solo satisfacer la propia necesidad y pensar solo “en positivo”.

La lógica instrumental de la tecnoeconomía ha ido por su parte colonizando la cultura, convirtiendo todo en mero producto de consumo. También “lo divino” es volcado al mercado en útiles envases descartables. Los urgidos clientes, deseosos de refrescantes dosis para el alma, van abrazando sucesivamente una y otra técnica espiritual, o varias a la vez, con la mente y el bolsillo fijos en su eficacia.

La Era de Acuario y la tradición gnóstico-esotérica

El mismo nombre, “New Age” remite a una concepción astrológica de la historia. El tiempo presente es el del pasaje de la era de Piscis –que correspondería a la era cristiana-, a la era de Acuario –que corresponde a la Nueva Era-. Con la llegada astrológica de Acuario nacerá una nueva humanidad, un nuevo orden mundial, una nueva forma de vivir y comprender la religiosidad, una era de paz, abundancia y armonía…, una Nueva Era donde las religiones clásicas, y sobre todo el cristianismo alcanzarían su fin, y un nuevo paradigma emerge, listo para revelarnos sus secretos.

El “gran secreto” de los movimientos gnósticos, siempre reservados a una élite, ahora se vende en el “mercado religioso”. Mediante una iniciación progresiva en un cierto conocimiento, se alcanza la verdad escondida: “somos la divinidad”. La conciencia del “Yo Soy”, es la conciencia de la propia divinidad. Es la conciencia panteísta, y por esta vía espiritual Dios no es ya una persona, sino que se trata de una energía impersonal que todo lo invade y del cual somos parte, con la vaga expresión de “somos energía”.

Esta concepción se alimenta de la milenaria tradición esotérica, la cual canoniza a toda una serie de personajes de dudosa reputación y grandes maestros del ocultismo occidental, junto a magos, alquimistas, rosacruces y teósofos. Círculos herméticos, logias esotéricas y sociedades ocultistas caminaron siempre por carriles paralelos a los de las religiones tradicionales buscando secretos ocultos y una filosofía perenne. Pero la Nueva Era hace del esoterismo algo exotérico, es decir, público. Por ello la difusión de tanta literatura sobre ángeles, cábala, alquimia, libros apócrifos, y la fascinación por la brujería y las religiones precristianas (celtas, egipcios, asirios, indígenas, etc).

Siguiendo a sus precursores teósofos, la Nueva Era ha puesto también el énfasis en las religiones transpersonalistas (que llamamos orientales) como el budismo y el hinduismo, de las que la Nueva Era toma los elementos que más le interesa, descontextualizándolos de su cosmovisión original.

No quieren saber nada con la ascesis, ni con el sacrificio, solo crear una religiosidad para hombres y mujeres de éxito, donde no hay fracasos, ni debilidad, ni error. Toman de las religiones de oriente solo lo que les conviene.

Magia y ocultismo con fachada científica

La cosmovisión de la Nueva Era pretende ser holística, integradora y lograr la fusión entre religiones y ciencia. Procura emplear un lenguaje pseudocientífico y se afana en presentar temas espirituales con un ropaje científico y viceversa. Esto explica la promoción de todo tipo de terapias alternativas y de pseudoterapias, tal es el caso, por dar un ejemplo, de la “Terapia de vidas pasadas”. Supuestos psicólogos enseñan técnicas hipnóticas para regresar a supuestas vidas anteriores. Y así encontramos toda clase de fetichistas, astrólogos, videntes y brujos cobijados bajo nebulosos títulos como el de “parapsicólogo” o “terapeuta”.

En el fondo está el viejo anhelo de la magia y de la ciencia: tener técnicas que logren manipularlo todo para propio beneficio, y para sostener sus postulados como “científicos” recurren a la psicología de James y Jung, a la física cuántica de F. Capra, y a algunos escritos de Lessing, Theilard de Chardin, Maslow, A. Huxley y muchos otros.
No olvidemos que la religión (cualquiera que sea) religa al hombre, lo pone en relación, y de ahí se desprende una ética hacia el otro y hacia el medio en el que vive, en cambio la magia es meramente instrumental, funcionalista y desinteresada del bien común.

De la meditación a la locura…

Aunque algunas de las nuevas terapias “complementarias” puedan contener elementos valiosos, es necesario decir que, en el contexto en que son presentadas y vividas por la “New Age”, la mayoría de ellas han deparado graves lesiones psicológicas y secuelas espirituales en muchos de sus practicantes. Baste mencionar que los viajes astrales, la invocación de maestros ascendidos, las meditaciones de hiperventilación y expansión de la conciencia, las regresiones hipnóticas y la casi totalidad de los métodos de control mental han generado delirios místicos, o de influencia, desdoblamientos de personalidad, y otros diversos estados psicopatológicos.

El especialista J. M. Baamonde hablando de las inducciones a estados de trance escribe: “Estas similitudes, también, indicarían la inconveniencia de fomentar estos estados alterados de conciencia, por el riesgo implícito de generar serias perturbaciones psíquicas a raíz de personificaciones y automatismos inconscientes que, en ciertos casos, asumirán el carácter de delirios sistematizados… Una de las consecuencias más habituales es la generación de brotes esquizofrénicos de diversa intensidad, en asistentes a estos cultos que cuenten con una subestructura psicótica”.

Nuevas sectas para la Nueva Era

A partir de los ochenta en los EE.UU., y de los noventa en el resto del mundo, las sectas de mayor crecimiento –que son precisamente las que enarbolan la bandera de la Nueva Era-, vienen prometiendo y ofreciendo toda suerte de bienestar por medio de estas técnicas “espirituales”, técnicas muy costosas para el bolsillo, y peligrosas para la salud. Muchos de estos grupos se presentan, no como lo que realmente son, sino como institutos terapéuticos o centros holísticos, donde el lenguaje pseudocientífico y las estrategias de marketing son una simple fachada, bajo la cual se esconde una verdadera secta destructiva o simple charlatanería.

¿Católicos en la Nueva Era?

El principal desafío para las Iglesias hoy, es la penetración de la Nueva Era en su propia pastoral. En muchos retiros la Palabra de Dios es progresivamente dejada de lado. En su lugar se proponen técnicas psicológicas, meditativas y esotéricas. En varias iglesias se ofrecen cursos de Rei Ki y de Yoga muy poco purificados de sus contenidos orientales (karma, reencarnación, “chakras”, etc.). El Eneagrama es otra de estas técnicas promovidas, la cual se habría originado en el misticismo sufí… pulida, reinterpretada y difundida por iniciados en el esoterismo como Claudio Naranjo y Óscar Ichazo, seguidores del ocultista Gurdjief.

Muchos cristianos, fascinados con novelas como las de P. Coelho, o los libros de Bryan Weiss comenzaron, sin pretenderlo, a cambiar aspectos fundamentales de la fe.

Al respecto cobran especial interés las palabras dirigidas por el Papa Juan Pablo II, al tercer grupo de obispos norteamericanos , en la visita ad limina apostolurum del 18 de mayo de 1993:

“Mientras sigue avanzando la secularización de muchos aspectos de la vida, hay una nueva demanda de espiritualidad, como lo muestra la aparición de muchos movimientos religiosos y terapéuticos, que pretenden dar una respuesta a la crisis de los valores de la sociedad occidental. Esta inquietud del homo religiosus produce algunos resultados positivos y constructivos, como la búsqueda de un nuevo significado de la vida, una nueva sensibilidad ecológica y el deseo de ir más allá de una religiosidad fría y racionalista. Por otra parte, este despertar religioso trae consigo algunos elementos muy ambiguos, incompatibles con la fe cristiana.

…Las ideas de la New Age a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes, que tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe cristiana.

En su perspectiva sincretista e inmanente, estos movimientos pararreligiosos prestan poca atención a la Revelación, más bien, intentan llegar a Dios a través del conocimiento y la experiencia, basados en elementos que toman prestados de la espiritualidad oriental y de técnicas psicológicas. Tienden a relativizar la doctrina religiosa a favor de una vaga visión del mundo, que se expresa mediante un sistema de mitos y símbolos revestidos de un lenguaje religioso. Además proponen a menudo una concepción panteísta de Dios, incompatible con la Sagrada Escritura y la tradición cristiana. Reemplazando la responsabilidad personal de nuestras acciones frente a Dios con un sentido del deber frente al cosmos, tergiversando así el verdadero concepto de pecado y la necesidad de la salvación por medio de Cristo”.

La actualidad de las palabras del Apóstol:

“Estén atentos, no sea que alguien los seduzca por medio de filosofías o de estériles especulaciones fundadas en tradiciones humanas o en poderes cósmicos, pero no en Cristo. Porque es en Cristo hecho hombre en quien habita la plenitud de la divinidad, y en él, que es cabeza de todo dominio y potestad, ustedes han obtenido la plenitud… Que nadie los prive del premio presumiendo de humildad o de dar culto a los ángeles; es gente que se enorgullece de lo que cree haber visto, que se vanagloria de pensamientos mundanos y que no se mantiene unida a Cristo…” (Colosenses 2, 9-10.18-19)

“Predica a tiempo y a destiempo, corrige, reprende y exhorta, hazlo con mucha paciencia y conforme a la enseñanza. Porque vendrá el tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, llevados por sus propios deseos, se rodearán de multitud de maestros que les dirán palabras halagadoras, apartarán los oídos de la verdad y los desviarán hacia las fábulas. Tú sin embargo, procura ser siempre prudente, soporta el sufrimiento, predica el evangelio y dedícate plenamente a tu ministerio”. (2 Tim 4,2-5)

PARA PROFUNDIZAR

Jesucristo portador del agua viva. Una reflexión cristiana sobre la Nueva Era. Pontificio Consejo para la Cultura y Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

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