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Nuevas formas de sectarismo y abuso psicológico

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Miguel Pastorino - publicado el 30/09/15

También existien dinámicas de sectarismo o de abuso dentro de ámbitos laborales o en relaciones grupales

Un grupo de profesores de la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Málaga, llevan años estudiando el fenómeno de los grupos excesivamente controladores o abusivos (sectas). Este grupo de investigación estudia sus prácticas y los efectos que producen en sus miembros. Para ello resulta imprescindible conocer a fondo las experiencias de las personas que han sido miembros de estos grupos. Para ello piden que si alguien ha sido víctima de abuso psicológico en contextos grupales, que en su mayoría llamamos popularmente “sectas”, aunque no necesariamente son grupos religiosos, puedan colaborar con este estudio que se realiza fácilmente on line.

Para colaborar con el estudio: http://questionpro.com/t/ABwJQZSrPu

Muchas organizaciones que estudian el fenómeno de las sectas y la manipulación psicológica en España y América Latina están uniendo fuerzas para que este estudio alcance resultados significativos y la única forma es ayudar con la difusión. Colaborando con esta iniciativa un miembro de la RIES, Miguel Pastorino, ha entrevistado para Aleteia al psicólogo José Miguel Cuevas, de la Universidad de Málaga y miembro del grupo de investigación.

Los demás miembros del equipo son conocidos expertos en el tema: Omar Saldaña, Álvaro Rodríguez y Carmen Almendros.

¿A qué se refieren ustedes cuando estudian “grupos abusivos” o expresiones similares?

Durante muchos años ha habido una gran controversia en torno al concepto “secta”, así como también otras denominaciones, como “nuevo movimiento religioso”. Si bien el primero resulta impactante y popular, conlleva muchas dificultades para una definición operativa y consensuada con diferentes disciplinas (psicología, sociología, teología, etc.).

Además, también nos encontramos que existen grupos “abusivos” o manipulativos, con similares técnicas y características, que están presentes en contextos distintos de los denominados tradicionalmente como “sectas”. Por ejemplo, pueden existir dinámicas de sectarismo o de abuso dentro de ámbitos laborales, o también, por ejemplo, en relaciones grupales menos estructuradas que una secta, como en supuestas relaciones terapéuticas (pseudoterapias), etc.
Lo que tratamos sobre todo es evitar y aislar el componente religioso o doctrinal, así como evitar controversias innecesarias. Lo que a un psicólogo le interesa más es si un determinado grupo ha empleado, o no, técnicas dañinas, si daña la salud física o mental de las personas que lo integran. El que sea o no una secta, es un debate que nos interesaría menos para esta cuestión. En el fondo, muchos expertos usamos indistintamente “secta” y “grupo abusivo”, si bien no todas las sectas realmente son abusivas y también al revés, existen grupos abusivos que no son sectas.

¿Qué los ha llevado a conformar este grupo de investigación?

Por un lado, somos un grupo de compañeros interesados desde hace muchos años en este ámbito de estudio. Hemos coincidido en distintas jornadas y eventos presentando trabajos de investigación en torno a este mismo tema. Esto ha llevado a esta posibilidad de unir sinergias, de aunar esfuerzos en base a proyectos muy relacionados y enfocados en esta temática.

Por ejemplo, el grupo de Barcelona (Omar y Álvaro) están investigando recientemente para elaborar un completo modelo de daños que presentan estas víctimas; Carmen por su parte ha trabajado el campo del abuso psicológico elaborando nuevas herramientas de evaluación del abuso, así como validando en España herramientas americanas como la GPA (Escala de abuso psicológico grupal).

Por mi parte mis estudios se han centrado más en la técnica sistemática de estos grupos, en la denominada persuasión coercitiva, área en la que mis compañeros han desarrollado importantes publicaciones y trabajos. Por otro lado, al ser un mayor número de miembros mejoramos tanto respecto a la difusión y el número de la muestra (que ha ser alta para conseguir sacar adelante algunos instrumentos de evaluación), como en un más completo análisis y mejor revisión de los estudios.

¿Qué resultados esperan obtener de este estudio?

Creemos que en un problema tan grande como el de las sectas coercitivas (o grupos manipulativos), con tantas personas y familias afectadas, presenta una gran carencia de atención en todos los ámbitos. También poca atención en el ámbito académico, lo que implica que existen muy pocas herramientas fiables que sirvan para diagnosticar o para peritar los daños de las víctimas.

Nos gustaría que de estos estudios pudiéramos sacar adelante algunas herramientas nuevas de evaluación, así como constatar si sirven realmente para aquello que han sido diseñadas. Estas herramientas pueden tener distintas finalidades: pericialmente pueden servir para demostrar que en efecto estos grupos han generado consecuencias dañinas en la salud mental de las víctimas; clínicamente pueden servir para diagnosticar y comprender mejor la situación por la que se ha pasado.

A nivel preventivo esperamos que puedan servir también para identificar si un grupo se “está pasando de la raya”, pudiendo delimitar mejor cuáles son las influencias ilegítimas o inadecuadas, que está aplicando. Queremos que las víctimas de estos grupos puedan disponer de una mejor cobertura, que pueda reconocerse el daño que han sufrido y que éste pueda atribuirse a la acción delictiva desarrollada por algunos de estos grupos. El disponer de estas herramientas puede incrementar la probabilidad de que se pueda hacer justicia con las personas que han sufrido estos abusos.

Además, este enfoque del abuso facilita la comprensión del problema, dada la extrema similitud con los sufridos por mujeres en la violencia de pareja. Álvaro, Carmen y otros colegas han estudiado estas similitudes constatando la presencia de las mismas estrategias de abuso en organizaciones “sectarias” y en la violencia “sectaria”.

La violencia en pareja implica muchas veces el aislamiento de sus seres queridos (familia, amigos, compañeros, etc.), el control de todos los aspectos de la vida de la mujer (como su forma de vestir, su tiempo de ocio, limitándole la posibilidad de estudiar o trabajar, etc.), inducen en la víctima temores, miedos y culpa, limitan su razonamiento interrumpiéndoles o impidiéndoles comunicarse, etc.… todo esto ocurre, tal cual, en estos grupos manipulativos, aunque esta vez de la mano de un “gurú” o de otro tipo de líder abusivo.

¿Cuáles son los grupos que más daño están haciendo según su experiencia?

Desde mi experiencia existen daños independientemente del tipo de grupo, el contenido es indiferente. Lo que realmente importa es qué técnicas concretas emplea el grupo y en qué medida. Tenemos casos extremos en víctimas de sectas religiosas, pero también existen otros igual de dramáticos con grupos esotéricos o de nueva era; existen grupos de todo tipo: políticos, culturales, etc.

Últimamente se destacan los grupos sincréticos, que mezclan una amalgama de temas muy variados. Existen grupos que mezclan la figura de Jesucristo con seres de otro planeta; grupos que adoctrinan en una falsa espiritualidad a la vez que emplean contenidos pseudocientíficos. Los hay para todos los gustos y “de todos los colores”.

Quizá hay que destacar algunos daños más importantes cuando se introducen en el terreno sanitario, pues omiten a veces tratamientos o las personas enfermas no son auxiliadas; también cuando se practican reglas muy rígidas y rigurosas, como ocurre en las sectas más clásicas, donde el ayuno, la irrupción del sueño y técnicas de debilitamiento físico, pueden hacer muchos estragos en la salud.

También resulta muy peligroso cuando algunas sectas emplean drogas (muchas veces naturales) en el contexto de un ritual. Uno de los daños muy habituales, desgraciadamente, tiene que ver con los abusos sexuales, que se siguen produciendo muy frecuentemente, especialmente en los grupos sectarios más reducidos, bajo excusas como el perfeccionamiento, el aprendizaje, la curación, masajes tántricos, etc. Algo muy típico de cualquier “secta” que resulta sumamente destructivo es la ruptura que hacen con el mundo externo de la secta. Los familiares, amigos o cualquier persona externa al grupo son aislados, incrementando así la dependencia al grupo. Esto provoca muchas rupturas de pareja y de familias completas.

¿Qué opinión tiene de la Bioneuroemoción como terapia?

Que no puede llamarse “terapia” algo que no tiene una base fundamentada científicamente. Una alumna mía realizó su trabajo de fin de grado evaluando si determinadas pseudoterapias tenían o no apoyo empírico, así como sus riesgos y características. Una de las que analizó fue de hecho la “bioneuroemoción”. No encontró un solo estudio científico relevante que lo apoyara.

La única literatura disponible son la creada por los mismos que la han difundido, así como otros libros que no tienen nada que ver con psicología (ni nada que se parezca), como “un curso de milagros”. Esta pseudoterapia tiene su origen en la denominada “nueva medicina germánica”, creada por el controvertido médico Ryke Heerd Hamer, que fue detenido en Málaga y extraditado por las autoridades españolas. Por supuesto no me refiero a una verdadera “medicina”, sino a una peligrosa pseudociencia que invitaba a que la gente dejara sus tratamientos convencionales de enfermedades graves como el cáncer.

El código deontológico del psicólogo exige que se apliquen tratamientos de demostrada eficacia y que en caso experimental, hay que advertir y pedir consentimiento al paciente. Además, más allá de eso, hay que tener cuidado y evitar posibles intrusismos profesionales. Nadie que no sea psicólogo debería hacer “psicoterapia” y nadie que no sea médico debería practicar la “medicina”, aun cuando la llamen “alternativa”.

¿Cómo distinguir una simple terapia de un grupo abusivo?

En primer lugar hay que distinguir si realmente la “terapia” verdaderamente se trata de una psicoterapia, o si por el contrario se trata de una estrategia pseudocientífica que etiquetan como “terapia” para poder llegar a la gente. La mayor parte de las personas que acuden a un “terapeuta” que no es psicólogo/a, están convencidos de que realmente ven a un psicólogo/a.

El primer paso sería constar si realmente estamos ante alguien con formación académica psicológica, o si por el contrario sólo dispone de múltiples cursos “alternativos” que no tienen ninguna validez ni homologación como tratamiento sanitario. Este tipo de terapias desarrolladas por personas que no son profesionales entrañan un grave riesgo para la salud y un presunto delito de intrusismo. Aunque el falso profesional no pretenda dañar a la víctima no está capacitado para abordar problemáticas de salud mental.

Por otro lado, también nos podemos encontrar con psicólogos titulados y preparados que desgraciadamente, se pasan “al lado oscuro”, en tanto que se dejan seducir, como si se tratara de una moda, por estas peligrosas corrientes. Por ello, además de comprobar que realmente es psicólogo/a es bueno y necesario preguntar también respecto a qué tipo de terapia se va a llevar a cabo . Normalmente el psicólogo debe informar de lo que se va a hacer, del qué y el cómo. Si el psicólogo/a no informa se pregunta, esto es positivo y no deben sentir que es un signo de “desconfianza”. El psicólogo o terapeuta que está formado y que trabaja con honestidad responderá adecuadamente y le dará información extensa. Si se tienen dudas se puede consultar con nosotros o con muchas redes de información existentes: AIIAP, RIES, REDUNE, AIS, ICSA, etc.

Por último, más allá de que la terapia esté o no “validada” también es conveniente tener la opción de una segunda opinión cuando se duda y bajo ningún concepto permitir determinadas prácticas o estrategias con las que no se esté conforme.

El psicólogo/a no puede obligarte a hacer algo que no quieras hacer bajo la excusa de que es necesario para el buen funcionamiento de la terapia. Hay que tener claro que ningún profesional debe excederse en sus funciones y que debe llevar a cabo un trato correcto y libre de coerciones, abusos o imposiciones extremas. Y bajo ningún concepto el psicólogo/a debe dar recomendaciones sobre cómo dirigir tu vida en el sentido de tomar decisiones relevantes por ti (como elegir la pareja por ejemplo). La vida la dirige cada uno, el psicólogo aporta estrategias, técnicas u orientaciones, pero sin imponer ni coaccionar.

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