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Es quizás la noticia de este verano, seguro que lo es para los científicos: una noticia trascendental, se ha encontrado un planeta similar a la Tierra. Gran alegría para los científicos de la NASA, que están siempre buscando resultados con múltiples frentes abiertos (no olvidemos las recientes imágenes de Plutón, al que finalmente se ha llegado con una sonda).
El nombre del planeta es “Kepler 452b”, observado precisamente gracias al telescopio espacial del mismo nombre. Kepler 452b es más grande y más antiguo que la Tierra, y orbita alrededor de un sol un 10% más grande que el nuestro.
Lo sorprendente es que su orbita está a la distancia “justa” para tener agua en estado líquido, indispensable para los procesos vitales. Así que se puede pensar que haya (o haya habido) vida, aunque la distancia (1400 años luz) probablemente nunca nos permitirá comprobarlo.
Qué dice la NASA
Como explicaba John Grunsfeld de la NASA, en una conferencia con otros expertos: "Los años en Kepler 452B son de la misma duración que en la Tierra, y ha transcurrido miles de años alrededor de la zona ‘habitable’ de su estrella. Esto significa que podría haber hospedado vida en la superficie en algún momento, quizás aún ahora"
"Kepler 452B – explican los expertos – tiene una ‘edad’ de 6.000 millones de años y recibe un 10% más de energía de su estrella que la Tierra". Su dimensión es compatible con la de la Tierra – es decir, una vez y media nuestro planeta – y también su sistema solar (Ansa, 23 julio).
¿Pero los alienígenas creen en Dios?
Una pregunta que – especialmente para los creyentes – nace espontánea es si los “marcianos” creen en Dios o si Jesús les ha visitado de alguna manera. No es ciencia ficción, sino una pregunta que se han planteado sacerdotes y teólogos.
La fe cristiana no parece tener prejuicios contra la presencia de vida inteligente en el cosmos, pero tampoco se puede calificar como anticientífico considerar razonable, a falta de datos concluyentes, la “solución clásica” de que estamos solos en el Universo.
La imagen de Dios uno y trino entregada por la Revelación judeocristiana no es geocéntrica, ni antropocéntrica, sino universal y trascendente, sujeto de una omnipotencia creadora cuyo alcance es de orden cósmico general y ciertamente no local.
Son de hecho conceptos universales la existencia de una paternidad y de una filiación, cuya inteligibilidad está ligada a un proceso generativo común a todo viviente, y es universal el concepto de un Amor-Don, el Espíritu Santo, cuya comprensión remite a la idea de comunión, de altruismo y de donación, común a toda inteligencia consciente. También la Encarnación del Verbo posee un valor revelativo de ámbito universal, no solo local” (Avvenire, 22 noviembre 2012)
Muchos autores cristianos, especialmente en el siglo XX, han abordado la cuestión, desde el ámbito de la ciencia ficción. Baste recordar Segundo Asalto de Louis de Whol, o la Trilogía de Ransom de C.S. Lewis.
En resumen, los extraterrestres podrían no haber pecado contra Dios, o bien estarían buscando ellos también la Salvación, esperando que se les anuncie el Evangelio. Preguntas fascinantes que dejan una única certidumbre en el corazón de los fieles: Dios, que es creativo, habrá encontrado una solución.