“A estos jóvenes desocupados que son los que llamamos los "ni ni", "ni estudian ni trabajan", ¿qué horizontes les queda? ¿Las adicciones, la tristeza, la depresión, el suicidio ?”, dijo el papa Francisco este 7 de julio en su segundo día en ocasión del viaje a Ecuador para “reconfirmar en la fe” a los fieles del país.
Después de recibir las llaves de la Ciudad de Quito, el papa Francisco instó a ‘abrir las puertas’ de la sociedad a los jóvenes sin trabajo, sin educación. Además, alertó de los problemas que derivan: suicidio, depresión, porque “no se publican íntegramente las estadísticas de suicidio juvenil”.
Sociedad que ahoga ideales…falta locura social
Una “generación ni, ni, ni trabajan, ni estudian”, miles de jóvenes que incluso en la opulenta Europa no tienen un futuro. Entretanto, indicó que los jóvenes faltan de “enrolarse en proyectos de locura social, que al menos le presenten un ideal”, dijo.
“La esperanza de un futuro mejor pasa por ofrecer oportunidades reales”, especialmente a los jóvenes, “creando empleo, con un crecimiento económico que llegue a todos”. Luego exhortó a salir de los grandes números, porque “si no hay solidaridad esto es imposible”, indicó.
La falta de trabajo mata
“Mundialmente es alarmante. Países europeos, que estaban en primera línea hace décadas, hoy están sufriendo en la población juvenil ?de veinticinco años hacia abajo? un cuarenta, un cincuenta por ciento de desocupación. Si no hay solidaridad eso no se soluciona”, aseguró.
Sucesivamente, citó su encuentro reciente con la comunidad de los Salesianos (orden religiosa fundada por Don Bosco, sacerdotes educador de niños de la calle) en Turín (Italia).
“Les decía a los salesianos: ¿¡Ustedes que Don Bosco los creó para educar, hay educación de emergencia para esos jóvenes que no tienen trabajo!?. ¿Por qué?”.
Así contó que se trata de preparar a los jóvenes a educación de “emergencia para prepararlos a pequeños trabajos que le otorguen la dignidad de poder llevar el pan a casa”.
La generación ni, ni
El pontífice de Roma de viaje en tierras ecuatorianas, explicó que a esta generación ‘ni, ni’, la sociedad competitiva y que les descarta les deja sin horizontes, por ello son presas de adicciones, tristeza, depresión y suicidio.
En sus palabras, volvió a presentar lo que llama la ‘cultura del descarte’ , es decir la exclusión de los más débiles y en este caso, de las personas improductivas para los mercados y las economías.
“Primero son los chicos, ¿por qué no se les quiere? hay países desarrollados que tienen natalidad casi cero por cien, o no se los quiere o se los asesina antes de que nazcan”, previno.
Los ancianos la otra cara de la medalla
Por otro lado, presentó el otro lado de la medalla de la exclusión, los ancianos “que se los abandona y se los va dejando y se olvida que son la sabiduría y la memoria de su pueblo. Se los descarta”.
El papa así abrió una reflexión profunda en la sociedad latinoamericana, y no solo, por que ahora el turno de la exclusión toca a los jóvenes, mañana ¿a quien tocará? La rueda de la vida gira. En este sentido, denunció a los servidores del egoísmo, del dios dinero que está al centro de un sistema que nos aplasta a todos”.
La familia refugio de los jóvenes y fuente de valores para la sociedad
En el discurso, el líder espiritual de la Iglesia católica reveló algunas claves de la “convivencia ciudadana a partir de ser de casa, es decir, a partir de la experiencia de la vida familiar” que consideró la “célula de la sociedad” y refugió para los jóvenes.
“Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos”, dijo en el encuentro con la sociedad civil ecuatoriana y los protagonistas de diversos sectores, desde la cultura a la economía. Asimismo había una nutrida representación de las poblaciones indígenas amazónicas.
Hoy celebramos a...