Aleteia logoAleteia logoAleteia
sábado 20 abril |
Santa Inés de Montepulciano
Aleteia logo
Estilo de vida
separateurCreated with Sketch.

Duelo por un aborto espontáneo: “Necesitamos llorar la pérdida”

BABY CLOTHES

NatalieVasilyeva | Shutterstock

Alvaro Real - publicado el 17/06/15

El aborto espontáneo supone para las madres una profunda pérdida que necesita pasar por el proceso del duelo

Toda pérdida de un ser querido duele. Cuando esta pérdida sucede antes incluso de que nazca se unen muchas consideraciones psíquicas, sociales y espirituales. Es una pérdida silenciosa de la cual muchas veces no se quiere hablar. En muchas ocasiones no existe entierro y la pérdida se reduce a una pequeña intervención ginecológica.

Pasado un tiempo las heridas quedan ahí y las parejas que han pasado por ello muestran la necesidad de llorar, de pasar el duelo. No se trata de pasar página sin más, sino de vivir con serenidad lo ocurrido. No obviarlo, sino superarlo.

El servicio Extremeño de Salud (SES) ha publicado recientemente un manual de buenas prácticas. Se trata de la guía Atención profesional a la pérdida y el duelo durante la maternidad. En esa guía se ofrecen muchos testimonios de parejas que han pasado por ello. Publicamos uno, como muestra de la necesidad de vivir el duelo por el no nacido.

El testimonio de L.B.D

Hace 12 años nos quedamos embarazados de nuestro primer hijo.
Nueva residencia, nuevo trabajo, nuevas raíces, deseado y buscado.

Comencé a manchar después de una jornada laboral intensa de 24 horas y supe que algo iba mal. Acudimos a consultar y nos comunicaron que la gestación se había interrumpido dos semanas antes: aborto diferido.

Desconcierto, incredulidad y conformismo: “Bueno, al menos sabemos que no somos estériles…”. Concretamos con el ginecólogo mi ingreso a la mañana siguiente para iniciar todo el proceso y nos fuimos a casa algo cabizbajos aunque tranquilos.

La manera de comunicárnoslo fue adecuada aunque, claro, jugábamos con ventaja: conocíamos a nuestro ginecólogo y entendíamos de qué se trataba.

Esa noche no fui capaz de conciliar el sueño; no estaba nerviosa ni preocupada, simplemente insomne. A la mañana siguiente ingresé en el hospital. Cuando me adjudicaron habitación, en la Unidad de Ginecología (no gestantes, no bebés), no podía dar crédito a lo que me ocurrió: compartir habitación con la misma señora a la que, dos noches antes, ayudaba en el parto de su hijo, el mismo bebé al que, por circunstancias, entregaba en adopción...”gajes del oficio”, pensé yo, pero no pude evitar una sensación de amargura ante esta circunstancia.

Al poco rato, me cambiaron a una habitación individual. El proceso fue sencillo y relativamente rápido, sólo unas horas de molestias/dolor que sobrellevé lo mejor posible. Acompañada por mi pareja y con la presencia esporádica de la enfermera y la auxiliar en la habitación, expulsé casi la totalidad de los restos abortivos. En cualquier caso, pasé por quirófano donde nuestro ginecólogo me realizó un legrado.

De este momento, recuerdo el detalle del anestesiólogo quien, ante la insistencia de la enfermera de sondarme previamente, contestó con contundencia: “no, mejor cuando esté dormida”…Esos son los detalles que marcan, desde mi punto de vista, el respeto por la intimidad de la mujer.

Despertar, estancia en la planta, mi pareja, dos buenas amigas; todo bien. Alta a casa, “borrón y cuenta nueva”. Me encontraba fenomenal, “esto les pasa a muchos”, pensé… A los 5 días me descubrí llorando porque sí, sin avisar, sin esperarlo y sin entender mucho por qué, eso de “mujer legrada, mujer preñada” y los cientos de dichos existentes no conseguían consolarme.

Un día de llanto intensivo, buena compañía y, paulatinamente, me fui encontrando mejor.

Actualmente somos padres de dos hijos. En mi caso, se cumplió el dicho y hasta que sobrepasé la “barrera psicológica” de las 8 semanas, mi segundo embarazo lo viví sin querer ilusionarme, por si acaso. A partir de ahí, todo marchó bien. Ahora lo recuerdo todo como algo natural, sin centrarme en ello pero sin olvidarlo. No me apena recordar.

A los padres que viven una situación similar les diría que se dejen llevar por sus instintos: todo vale, cualquier sentimiento, sensación o percepción es normal. Cuanto antes “rompa”, antes sana. Una montaña rusa anímica, esa es la sensación… aunque aparentemente nos encontremos bien, quizás mañana no sea así.

Necesitamos llorar la pérdida, con nuestra pareja, con nuestra mejor amiga o amigo, en definitiva, personas que no nos juzguen por ello, que “sólo estén ahí”. Evitar a los “familiares y amigos tóxicos” que se dedican a contarte experiencias similares una y otra vez cuando, realmente, no nos apetece que lo hagan. Saber decir que no. Y decir SÍ a una nueva maternidad/ paternidad cuando estemos preparadas y preparados”. LBD

Tags:
abortoinfanciamuerte
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.