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A 23 años de un milagro eucarístico en pleno Buenos Aires

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Esteban Pittaro - publicado el 07/05/15

Por esos días el Papa Juan Pablo II elegía obispo auxiliar de Buenos Aires al sacerdote jesuita Jorge Mario Bergoglio...

La presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía no se conoce por los sentidos, sino por la fe, enseña el Catecismo de la Iglesia (pto. 1381) siguiendo a santo Tomás de Aquino. Pero hace 23 años comenzaron a darse en una parroquia de Buenos Aires unos extraños acontecimientos que invitan a seguir creciendo en el amor al sacramento que “se eleva por encima de todos los sacramentos” (pto. 1374).

Ocurrió en la parroquia de Santa María, en Almagro, Buenos Aires. Tras la misa del 1 de mayo de 1992, cuando un ministro de la Eucaristía fue a hacer la reserva del Santísimo Sacramento encontró dos pedazos de hostia sobre el corporal del Sagrario.

Consultó al sacerdote quien le indicó que los colocara en un recipiente con agua para que se disolvieran, como está previsto en estos casos. Durante días no se observó ningún cambio pero una semana más tarde, el viernes 8 de mayo, encontraron que los pedazos tenían un color rojizo, como si fuera sangre.

Pero ese fue apenas el primer signo, ya que dos días después, domingo 10 de mayo, durante las misas vespertinas en las patenas que utilizaron los sacerdotes para distribuir la comunión pudieron observarse algunas gotitas de sangre.

Se informó de los acontecimientos a las autoridades eclesiásticas para que se procediera con la debida prudencia, y se fueron conservando los recipientes y la evidencia.

Para situar temporalmente aquellos primeros signos en mayo de 1992, sin que esto implique expresar una relación, por esos días el Papa Juan Pablo II elegía obispo auxiliar de Buenos Aires al sacerdote jesuita Jorge Mario Bergoglio.

Pero los signos no acabaron allí. Dos años después, el domingo 24 de julio de 1994, durante la misa de niños, cuando el ministro de la Eucaristía destapó el copón, vio una gota de sangre que corría por el lado interno del copón.

Y en agosto de 1996, luego de la celebración por la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen, se colocó otra hostia para que se disuelviera en agua. El 26, se descubrió que la hostia había asumido una forma similar a un trozo de carne.

Cada instancia fue debidamente documentada y comunicada al arzobispado de Buenos Aires, y desde él, a la Santa Sede.

¿La carne de Cristo?

Si bien en cada hostia consagrada está Cristo entero, en este caso donde empíricamente se observa un trozo de carne, ¿se está ante el cuerpo del Salvador?

Ricardo Castañón Gómez fue convocado en 1999 por el arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio a realizar una investigación sobre esa evidencia.

Según explica Castañón Gómez en conferencias, los científicos por él consultados, de diversas partes del mundo e incluso sin saber la procedencia de la muestra, aseguran que la carne era parte del ventrículo izquierdo del músculo de un corazón de una persona de aproximadamente 30 años que había sufrido mucho al morir.

Las conclusiones de Castañón, según expresa, provienen de consultas con distintos especialistas como Frederick Zugibe, patólogo con experiencia analizando la Sábana Santa.

Otro consultado es Robert Lawrence, médico forense experto en tejidos, quien asegura en una observación con microscopio grabada, a la que este periodista tuvo acceso, que observa presencia de glóbulos blancos en el tejido estudiado, células que si un tejido es extraído de un cuerpo y luego colocadas en agua, se disuelven a los pocos minutos. Sin embargo, las células estaban vivas al momento de ser tomada la muestra.

Más allá de la ciencia

Independientemente de los estudios sobre los hechos, los resultados convencerán a unos y no lo harán a otros. Pero el hecho, en cuya difusión la parroquia y la arquidiócesis han sido siempre prudentes, conmueve a quienes se acercan a enterarse más.

“En un clima de discernimiento, nos seguimos preguntando cuáles son los caminos a seguir. Rezamos para que en todas las comunidades eclesiales crezca el sentido eucarístico de nuestra fe”, expresa la comunidad parroquial.

El principal medio de comunicación escogido para la prudente difusión de estos acontecimientos ha sido todos estos años el diálogo, el encuentro personal en la parroquia con los miembros de la comunidad.

“Recibimos fraternalmente a todos los que quieran venir a escuchar el relato detallado de los hechos acontecidos en nuestra parroquia -explican-. También, será la ocasión para dialogar en la fe sobre la Eucaristía, enriqueciéndonos mutuamente. Terminamos nuestros encuentros con un momento de adoración al Santísimo”.

La parroquia Santa María está ubicada en avenida La Plata 286, Almagro, Ciudad de Buenos Aires. Los horarios de los encuentros han variado estos años, por lo que conviene comunicarse con la parroquia antes de una visita para compartir la historia llamando al (+ 54) 11 4983 7944.

Independientemente, como la reflexión de la comunidad de Santa María ha indicado, la invitación de este signo va más allá de lo que en esa parroquia ha ocurrido y de una visita que a Buenos Aires se pueda hacer para observarlo. En todas las parroquias del mundo donde se celebre la Eucaristía se puede ir al encuentro con Cristo.

Cristo presente en la Eucaristía es el gran legado de este signo eucarístico que comenzó a ocurrir en Buenos Aires hace 23 años.

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