Allí donde era difícil llegar, pero donde había que, llegaba Sigfrido Moroder, o el padre Chifri, como se le conoce popularmente. Incluso en parapente. Por eso, pero sobre todo por su celo apostólico y su revolucionario impulso solidario en la zona, vecinos del Valle de Lerma, en la provincia de Salta, le recordarán emplazando una imagen de tamaño real.
Encargada por el intendente de Rosario de Lerma, la obra fue realizada por el artista plástico Fernando Pugliese, y muestra al sacerdote con su tradicional poncho sentado sobre un banco y sonriente. El Padre Chifri falleció hace tres años, el 23 de noviembre de 2011, a la prematura edad de 46, pero su legado sigue conmoviendo.
Oriundo de Buenos Aires, Sigfrido Moroder, “Chifri”, llegó a los cinco años de su ordenación, en 1999, a un destino misionero que le cambiaría la vida para siempre. A la quebrada del Toro, en la provincia de Salta, en el norte argentino.
Quería misionar en África, pero su arzobispo Jorge Bergoglio lo alentó a cumplir esa vocación en el país, y juntos discernieron que el mejor destino era el norte argentino.
En la zona de montaña a él encomendada, de mucho calor en verano y frío en la noche de invierno, le tocaba atender 35 comunidades dispersadas entre los cerros y 21 colegios. Algunas de esas comunidades vivían a 3700 metros de altura, y en algunos casos, distanciadas a 12 horas de caminata.
Incluso si el camino era realizable en automóvil, y si lo conseguía, los tiempos de traslado no conformaban al atlético sacerdote. Por eso el Padre Chifri comenzó a utilizar el parapente. “Qué sensación estar en vuelo, sólo, en silencio, contemplando la belleza de la creación de Dios!¡Cómo agradecía a Dios poder volar!”, contaba el Padre Chifi.
El impacto en los niños al ver llegar al sacerdote con ese medio de movilidad tuvo un gran traspié en 2004, cuando su labor apostólica estaba en gran crecimiento. Ese año, un terrible accidente con el parapente casi lo deja postrado de por vida.
Pero contra todo pronóstico se recuperó y aprendió a caminar nuevamente sin abandonar sus pueblos. Con renovado impulso, entre otras iniciativas, sacó adelante en El Alfarcito, un paraje equidistante de más de 20 comunidades, el primer colegio secundario albergue, para que los chicos de la zona puedan terminar de formarse y puedan apostar al desarrollo de sus pueblos quedándose allí sin alejarse demasiado de su familia.
En el establecimiento, los jóvenes tienen la posibilidad de capacitarse en turismo, agropecuaria, artes y oficios y construcción regional bío-climática. Actualmente, concurren más de un centenar de adolescentes de 26 comunidades. En una reciente visita a la zona, el vicegobernador de Salta Andrés Zotto constató: "Este es un lugar donde se respira la paz que sembró el padre Chifri y que hoy llevan adelante todos quienes dirigen y colaboran con la fundación El Alfarcito".
El padre Chifri, además, permitió que con invernaderos 12 colegios se autosolventen, que los artesanos locales puedan vender sus productos sin intermediarios y que generosos donantes bequen a los jóvenes que quieran ir a la ciudad para estudiar en la Universidad, que 35 comunidades recuperen la esperanza.
Otro legado del Padre Chifri es el “Colectivo de los Sueños”, autobús solidario que recorre escuelas de los cerros, en las que permanece 15 días ofreciendo actividades educativas y “arrancando” sonrisas a los chicos. Las ventanillas del divertido autobús están pintadas con imágenes de los santos patronos de las comunidades.
Pero a las imágenes de San Francisco, San Cayetano, la Virgen de Guadalupe, entre otros, se le unió recientemente la de un referente al que ya se encomiendan por estos pagos, aunque sea muy prematuro, como la edad a la que falleció víctima de un paro cardíaco el padre Sigfrido Moroder.
Hoy celebramos a...