¿Por qué tanta gente pide agua del Jordán para los bautismos? ¿Tiene algún “poder” especial ese agua? ¿Es mejor bautizarse con ella que con agua corriente?
El hecho de recibir el Bautismo con agua del Jordán no tiene más valor que el simbólico.
Como sacramento, vale exactamente igual y tiene el mismo efecto el Bautismo de un príncipe con agua del Jordán (en España es tradición en la familia real traer agua del Jordán para bautizarse), que el de quien escribe estas líneas, bautizado con agua –bendecida, eso sí, como manda la liturgia- que seguramente procedía del grifo.
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Dicho esto, que es lo principal, después hay que tener en cuenta las distintas sensibilidades sobre lo simbólico.
Hay personas de mentalidad más racionalista, a quienes lo simbólico les parece algo superfluo. Otras, de mentalidad más artística, le dan relevancia. No hay nada que objetar al respecto ni sobre unos ni sobre otros.
Y aquí, ¿dónde está lo simbólico? Pues sencillamente en que el Bautismo del Señor fue en el Jordán, y los Evangelios narran que en ese río bautizaron san Juan Bautista y el mismo Jesucristo.
Hay asimismo algún episodio interesante del Antiguo Testamento (por ejemplo, Eliseo hizo bañarse en el Jordán al jefe del ejército de Siria para curarle de la lepra), pero lo más importante es lo arriba mencionado.
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