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Los cristianos deben cerrar las puertas a los celos, las envidias y las murmuración que dividen y destruyen a nuestras comunidades: es la exhortación lanzada por Papa Francisco, esta mañana, en la Misa, presidida en Santa Marta en las sexta jornada de oración por la unidad de los cristianos.
“La envidia lleva a asesinar. La envidia lleva al asesinato. Ha sido esta puerta, al puerta de la envidia, por la que el diablo ha entrado en el mundo. La Biblia dice: ‘Por la envidia del diablo entro en el mal en el mundo’. La envidia y los celos abren las puertas a todas las cosas malas. También divide la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre, algunos de sus miembros, de envidia, de celos, termina dividida: unos contra los otros. Es un veneno fuerte este. Es un veneno que encontramos en la primera página de la Biblia con Caín”.
En el corazón de una persona golpeada por los celos y la envidia, destaca de nuevo el Papa, suceden “dos cosas clarísimas”. La primera cosa es la amargura: “La persona envidiosa, la persona celosa es una persona amarga: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe lo que es la alegría, siempre se fija ‘en lo que tiene aquel que yo no tengo’. Y esto lo lleva a la amargura, una amargura que se traslada a toda la comunidad. Estos son los sembradores de amargura, y el segundo comportamiento, que lleva a los celos y la envidia, son las murmuraciones. Porque este no tolera que el otro tenga algo, la solución es humillarlo, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento son las murmuraciones. Busca siempre y te darás cuenta de que detrás de una murmuración están los celos y la envidia. Los cotilleos dividen a la comunidad, destruyen a la comunidad, son las armas del diablo”.