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¿Ser cardenal es algo más que un honor?

Un cardenal recibiendo el birrete escarlata

Alessia Giuliani/CPP/Ciric

Aleteia Team - publicado el 25/10/12

El Papa concede el título de cardenal a algunos sacerdotes. ¿Se trata sólo de un título honorífico? ¿Su autoridad es superior a la de los obispos? ¿Cuál es la función de los cardenales en la actualidad? ¿Por qué visten de color escarlata?

1. Los cardenales tienen dos tareas principales: aconsejar al Papa en el gobierno de la vasta Iglesia universal, y elegir al nuevo Pontífice.

Según el doctor Matthew Bunson, editor del 2012 Catholic Almanac, un clérigo que sea nombrado para el Colegio de Cardenales “está siendo, de hecho, distinguido por el Papa, pero es una distinción en orden al bien de la Iglesia. Los miembros del Colegio siguen siendo una de las instituciones más singulares de la historia, un cuerpo de asesores del Vicario de Cristo formado por líderes eclesiales y expertos de todo el mundo”.

Aunque los cardenales proceden de todo el mundo, reciben un título correspondiente a una iglesia o deanato en Roma.

“Lo que significa es que los cardenales, aunque procedan de más de 60 países – encarnando la Iglesia universal – también tienen una conexión directa con la Santa Sede”, comenta Bunson.

Ser miembro del Colegio “no confiere un aumento de la autoridad espiritual”, prosigue.

Al contrario, quienes “reciben el birrete escarlata” es porque detentan posiciones de autoridad en la Curia, o porque sirven como arzobispos u obispos en importantes Iglesias locales (como Nueva York o París). “Otros son nombrados en reconocimiento a sus largos años de servicio y contribuciones a la Iglesia en varios campos, incluyendo la teología, la diplomacia, la música eclesiástica, o el derecho canónico”, añade.

“A causa de su influencia y de su cercanía al Papa, a veces se cree que los cardenales poseen una autoridad espiritual superior a los obispos”, prosigue.

“Esto no es cierto, pues a diferencia del oficio de obispo, el rango de cardenal no fue establecido por Cristo. Al contrario, fue surgiendo progresivamente la necesidad de que los papas contaran con consejeros de confianza. La mayoría siguen siendo obispos en tanto que receptores de la plenitud de las órdenes sagradas, pero también se elevan al más exclusivo senado en la historia humana”.

Pero a pesar de su procedencia, todos los cardenales tienen una misión particular, observa el autor. Son los asesores clave del Papa, tanto directa como indirectamente.

“Le asesoran directamente cuando se reúnen como grupo en consistorios y cuando son consultados por el Papa. Asesoran al Papa indirectamente sirviendo como miembros de los diferentes dicasterios de la Curia Romana, y proporcionan su liderazgo y experiencia al trabajo de estos departamentos. También viajan por el mundo para misiones especiales o como representantes personales del Papa en diferentes eventos”.

Y su misión de elegir al Vicario de Cristo, afirma Bunson, es “la tarea que reciben por su nombramiento, y no es una que un cardenal se tome a la ligera”.

“Finalmente”, agrega, “se espera que cada cardenal sea un símbolo de la Iglesia allí donde vaya, sea un Príncipe de la Iglesia según declara su título tradicional, y que esté dispuesto a servir y defender a la Iglesia usque ad effusionem sanguinis [hasta el derramamiento de su sangre]. Los cardenales visten de escarlata, pero el color es un recordatorio de esa misión de servir hasta el derramamiento de su sangre, algo que tendrán visible cada día por el resto de sus vidas”.

2. Un papa elige libremente a los hombres que le servirán como cardenales y le darán su consejo de experto: el único requisito es que sean sacerdotes, y “especialmente relevantes”.

Un pontífice puede elegir tantos cardenales como quiera – Juan Pablo II nombró 231 durante su largo pontificado – pero la tradición actual limita el número de cardenales con derecho a voto (que tengan menos de 80 años) a 120.

Este número ha variado drásticamente durante los años, explica a Aleteia el Dr. Bunson, y de hecho, hubo un momento en que sólo cuatro cardenales elegían al nuevo papa.

“Según la tradición y la ley de la Iglesia, el Papa es completamente libre de elegir cardenales. El derecho canónico vigente declara que sólo hay unas pequeñas limitaciones a este derecho, como el que los candidatos al colegio sean por lo menos sacerdotes y que sean ‘especialmente relevantes por su doctrina, moral, piedad y prioridad en la acción'” explica Bunson.

El derecho actual también estipula que los cardenales deberían ser antes obispos, pero a veces hay excepciones previstas por la ley.

3. Aunque no hay límites al número de cardenales que un Papa puede nombrar, las reformas de Pablo VI en 1973 fijaron el número de cardenales electores en 120.

El papa Sixto V (r. 1585-1590) decretó que debía haber 70 cardenales, un número que permaneció sin cambios hasta 1958, cuando Juan XXIII lo elevó.

En tiempos recientes, el número de cardenales electores ha excedido la actual tradición de 120. Después del 18 de febrero de 2012 el número llegaría a 125, aunque algunos cardenales van cumpliendo los 80 años en los meses que siguen al consistorio.

El Colegio de cardenales ha llegado recientemente a contar con hasta 214 miembros. Con todo, cuando llega el momento de votar al nuevo pontífice, los cardenales no están obligados a elegir entre los de su mismo rango.

Sin embargo, observa Bunson, los cardenales no han votado a nadie externo al Colegio desde 1378. Ese año, los cardenales eligieron a Bartolomeo Prignano, arzobispo de Bari, que tomó el nombre de Urbano VI.

Hay rumores según los cuales algunos de los cardenales presentes en el cónclave de 1958 querían elegir a monseñor Giovanni Montini, arzobispo de Milán, pero eligieron en cambio al cardenal Angelo Roncalli de Venecia, Juan XXIII.

Montini fue elegido papa cinco años después, tiempo durante el que fue cardenal, y tomó el nombre de Pablo VI.”

4. Las particularidades del Colegio de Cardenales han cambiado drásticamente a lo largo de los años. El colegio es una institución histórica única, incluso para una Iglesia de más de 2000 años. Las palabras asociadas con los cardenales son únicas.

En Cardinals 101,Bunson, historiador eclesiástico, que además de editor del magazine “The Catholic Answer” del Our Sunday Visitor y del Catholic Almanac es investigador del St. Paul Center for Biblical Theology, destaca algunas cuestiones relacionadas con los cardenales:

– El papel central jugado por los cardenales puede verse en el origen de su nombre, de la palabra latina cardo, que significaba eje o punto de apoyo. Ello muestra que son consejeros clave, o puntos de apoyo, para toda la Iglesia.

– Hay diferentes tipos de consistorios, incluyendo el ordinario (público) y el extraordinario. El extraordinario es una reunión regular de cardenales en Roma con el Papa para  discutir asuntos importantes para la Iglesia. El consistorio ordinario es el más conocido por el público. En un consistorio extraordinario, los cardenales de todo el mundo se reúnen con el Papa, discuten asuntos importantes, y participan en la constitución de nuevos miembros.

– “Escarlata” es otro término relevante. Mucha gente piensa que los cardenales van de rojo. Los cardenales en realidad van de escarlata, una costumbre que comenzó formalmente en 1245, cuando el papa Inocencio IV otorgó el famoso birrete de este color a los cardenales.

– Los nuevos cardenales reciben varios signos de su nuevo título: un capelo, un birrete, y un anillo. El capelo escarlata (o zucchetto, nombre que en italiano se da a la calabaza) y el birrete (un sombrero de seda de cuatro ángulos) los coloca el Papa con sus manos en la cabeza de cada cardenal. El anillo es un símbolo de la dignidad cardenalicia, de su celo pastoral y de la comunión con la Sede de Pedro.

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